Raimundo Fitero
La horca
¿Por qué el anuncio de la más que posible ejecución de Sadam Huseim en la horca me solivianta? Como buen ciudadano occidental, consumo unas docenas de cientos de muertes violentas diarias y sigo tranquilamente interesándome por los resultados de La Liga o por las peripecias de algún héroe de ficción, sin apenas reparar en la barbaridad con la que convivo habitualmente. Pero de repente escucho en una radio la primera noticia de alcance, contemplo estupefacto como la locutora asegura “será asesinado en la horca”, con lo que este error, o esa delación ideológica, me coloca ante los fantasmas de la violencia de estado, la pena de muerte, la humanidad y del sistema métrico decimal.
No hay día en la que no se nos informen de un acto criminal de violencia de género. Es bastante habitual que a la vez exista un accidente laboral mortal, como mínimo. Los datos de las muertes en carretera son constantes, aunque parece que está a la baja. Cada día en Irak hay una acción armada con resultado de docenas de muertos. En Palestina los misiles israelitas continúan masacrando a la población civil. En Afganistán se recrudece el conflicto, y paro aquí porque la lista sería exhaustiva y excesiva como para después de esto volver a mi vida ordinaria sin vomitar.
Hay algo en esta sentencia que la hace más sospechosa todavía. En el tiempo, es decir coincidiendo con un proceso electoral en EE.UU. donde los republicanos parecen estar de capa caída y que les puede ayudar a levantar el ánimo y mantener a los seguidores de Bush en algunas circunscripciones con el peligro para la humanidad que eso representa. Y en segundo lugar el empecinamiento en cuanto al modo de perpetrar el asesinato de Sadam, la horca. El señor Huseim había pedido expresamente que si era condenado a muerte no se le ejecutara en la horca, sino ante un pelotón de fusilamiento. Pero el tribunal especial ha decidido humillarlo hasta el último segundo de su vida, y lo ahorcará, como a un delincuente, y no lo fusilará como a un soldado, un general. Y me sigo preguntando desde mi mismidad pequeño burguesa, consumista y televidente, ¿cuántos muertos más en Irak provocará esta ejecución en la horca?
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