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Gara > Idatzia > Kirolak > FUTBOL 2006-11-06
- Noveno partido consecutivo sin una victoria rojilla -
El Sánchez Pizjuán dejó de ser amuleto
·Ricardo evitó que el Sevilla se adelantara en la primera parte y Osasuna bajó su rendimiento en la reanudación

SEVILLA 2

OSASUNA 0

IRUÑEA

Esto no tiene visos de cambiar. Bien porque unas veces el equipo no sale concentrado del todo en los primeros compases de partido, bien porque otras no está acertado de cara a puerta, o bien porque la moral de la tropa está por los suelos a la vista de la retahíla de malos resultados, la realidad es que Osasuna no levanta cabeza.

No haber sumado siquiera una tercera parte de los puntos que se han puesto en juego hasta el momento es una cifra para echarse a temblar. Máxime si tenemos en cuenta que en las últimas temporadas el equipo se ha caracterizado por acumular en las primeras jornadas cierta renta que le ha servido para manejarse después cuando llega la época de vacas flacas, algo que no va a poder permitirse de seguir así las cosas.

Pese a la última estadística firmada en el Sánchez Pizjuán, hay que reconocer que la visita a los sevillistas, que se jugaban el liderato de la Primera División tras el pinchazo del Barcelona en A Coruña, no era la más propicia para sanar las heridas de la escuadra navarra.

Un cada vez más desesperado Ziganda había reclamado once leones para pelear desde el pitido inicial y quienes saltaron al césped por lo menos le pusieron ganas a la contienda. Lo que duró el primer asalto, porque tras pasar por vestuarios y con el mazazo del penalti a las primeras de cambio, el conjunto rojillo se vino abajo de manera estrepitosa.

Bien es verdad que para esas alturas el marcador seguía todavía equilibrado gracias a las intervenciones de un portentoso Ricardo, al que sus compañeros le dejaron vendido en más de una ocasión. Por el lado rojillo, ni una oportunidad seria de peligro, si exceptuamos los dos lanzamientos de falta de Puñal que, de no haber ido tan centrados, podrían haber puesto en serios problemas a Palop.

Escaso bagaje ofensivo como para pensar en traerse algo positivo de un campo en el que desde hace nueve meses ­Osasuna fue el último en obtener una victoria­ sus propietarios no pierden.

Navas, imparable

Sabedores de su potencial, las acometidas locales llegaban francas hasta los dominios navarros y sólo Miguel Flaño mantenía el tipo en una zaga que en ocasiones se mostraba demasiado estática.

Los centros fluían especialmente desde la banda derecha sevillista ­la más prolífica de la máxima categoría del fútbol estatal­, donde Jesús Navas, que es el jugador que más asistencias de gol ha dado de la competición, hacía lo que le venía en gana. Entre él y Alves firmaron hasta 20 envíos al área. Además, la joven perla sevillista fue precisamente quien catalizó la jugada que, a la postre, determinaría el devenir del encuentro y posibilitaría que su equipo se pusiera líder.

Abandonando el carril derecho y partiendo desde su propio campo ofreció un fantástico desmarque a Poulsen para que éste, con un preciso pase, superara la barrera del doble pivote navarro y, de paso, obligara a Cuéllar a salir de su posición, por cuyo hueco penetró Renato para ser objeto de penalti.

De muy similar factura al que se pitó en Lens, suponía el segundo castigo desde los once metros para Osasuna en lo que iba de semana. Demasiadas coincidencias como para que no terminaran afectando a la psiquis rojilla.

Y es que después de la transformación de Kanouté, los rojillos se vinieron abajo de forma escandalosa, cayendo en un juego trabado del que cosecharon la peor parte ­hasta ocho tarjetas amarillas­ y siendo pasto de las contras hispalenses. A Ziganda le queda la tarea de proseguir la búsqueda de sus once leones antes de las visitas de la Peña Sport y Real Madrid.



Ni los cambios provocaron una reacción

IRUÑEA

Si algo positivo hay que destacar de la labor del Cuco Ziganda es que suele saber leer la evolución de un partido, otra cosa es que sus jugadores estén más o menos atinados.

Por ello, los cambios que ha venido realizando, sobre todo tras los descansos, han provocado una reacción ­de mayor o menor intensidad dependiendo de los partidos disputados­ en el equipo.

Sin embargo, y por primera vez, las variaciones que aplicó ayer en el Sánchez Pizjuán tras el 1-0 no tuvieron ese efecto positivo. El de Larraintzar optó por dar entrada a hombres de refresco en las bandas y mantener en el campo a Raúl García, que a todas luces se estaba mostrando como uno de los más desacertados.

De este modo, y con la salida de Puñal, la escuadra navarra perdió empaque en la medular, facilitó que el Sevilla se adueñara definitivamente del control del esférico y posibilitó que una de las varias contras locales de la segunda parte acabara finiquitando el envite.

En esta ocasión, los relevos no sólo no dieron el fruto deseado sino que mejoraron el juego del rival.


 
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