DONOSTIA
Un análisis frío del vídeo y de los datos del partido jugado el sábado por la Real en el campo de Levante deja una sensación diferente a la negativa que quedó tras consumarse el peor inicio de la historia del club. El equipo blanquiazul no fue peor que el valenciano, que únicamente remató a portería en las jugadas de los dos goles y en un disparo de Riga posterior en el tiempo de descuento.Por contra la Real remató en diez ocasiones a la portería defendida por Molina, aunque sin gran peligro. Fue el único equipo que intentó jugar a fútbol probablemente demasiado con el mal estado del terreno de juego y sus llegadas fueron más elaboradas. Fueron muy pocos los balones que los pivotes o los medios centros enviaron hacia posiciones adelantadas. Siempre buscaban las bandas y desde ahí llegaron la mayoría de los centros por mediación de los dos laterales. El problema fue que prácticamente ninguno de los centros de Garrido, Aitor y Xabi Prieto llegaron a ser rematados. Cuando el equipo necesita que marque un gol con la cabeza cuanto antes, los cuatro remates de Kovacevic llegaron con el pie, siempre con un defensa por delante y nunca en balones llegados desde las bandas.
A balón parado
El ataque del Levante se basó, por contra, en las jugadas a balón parado con un juego directo. A diferencia de los centrales y de los medios centros de la Real, Alvaro, Alexis y Diego Camacho no quisieron complicarse nunca la vida con pases laterales y enviaban el balón de forma directa hacia los dos delanteros. Faltas en el centro del campo eran lanzadas hacia el área sin querer combinar.
De los catorce balones que envió al área de Bravo el Levante en el primer tiempo, sólo tres no fueron en lanzamientos directos de jugadas de estrategia. Así llegó el centro de Courtois que se paseó por el área de Bravo sin encontrar rematador y el corner del gol tras el doble remate de Ettien y Meyong Zé.
Que con sólo eso y una carrera de Ettien en la que la defensa desbarató el intento de disparo de Kapo, el Levante se fuera por delante al descanso no refleja lo que fue un primer tiempo en el que la Real tuvo más posesión, más llegada y más remate. Evidentemente falló en la defensa de una jugada a balón parado, en la que probablemente se acusó el ligero cambio de la posición de Kovacevic en la defensa de las jugadas de estrategia.
El serbio defiende ahora más cerca de la portería por detrás del lateral y quizás en la posición anterior podía haber llegado a despejar el balón que remató Ettien libre de marca tras sorprender a XabiPrieto y Aranburu, los que defendían la zona de rechace desde la que salió el jugador al que los dioses ponen en estado de gracia cuando juega contra la Real.
Nada acompaña
Porque es verdad que la Real debe defender mejor las jugadas a balón parado, pero no es normal que jugadores como Ettien o Meyong Zé hagan esos remates. Que un Levante muy limitado de calidad marque en las dos únicas jugadas en las que remata en noventa minutos no es nada habitual. Como no lo es que un campo en Valencia esté en un estado como el que encontró la Real justo ante el rival contra el que menos le convenía por el poder físico de un equipo lleno de atletas africanos de gran potencia.
Sólo tras el gol y por ese poder físico de jugadores como Ettien, Riga y Ze María y la frescura de Tomassi llegaron siempre por la derecha las únicas jugadas elaboradas a la contra del Levante, pero sin rematar hasta el 2-0 de Courtois.
El partido fue malo, pero nadie puede decir que la Real fuera inferior y el estado del terreno de juego no era igual para los dos. A los guipuzcoanos les perjudicó en su intentó de elaborar más las jugadas por las bandas en la idea de lo que pretende Lotina y al Levante le benefició para insistir en su juego directo y por la mayor potencia se sus futbolistas. Por eso no hay que caer en el fatalismo por el partido del sábado.