Matti ETXEBARRIA
«Este momento puede marcar un tránsito histórico en el continente»
El dirigente del ELN repasa en esta entrevista los logros del proceso negociador que ha iniciado con el Gobierno colombiano, a la vez que informa sobre las conclusiones del reciente Congreso Nacional de la organización. Resalta que el objetivo es hoy buscar un «nuevo Gobierno de nación, hoy se trata de ‘ser con otros’».
Máximo responsable de las negociaciones con el
Gobierno colombiano, el Comandante Antonio García es, además, la mayor autoridad
militar del Ejército de Liberación Nacional de Colombia. Alto y serio, de hablar
pausado, sus respuestas a GARA contienen claves fundamentales para entender la
realidad actual del conflicto en su país, las influencias de los cambios
internacionales en el mismo y las expectativas de alcanzar una paz basada en la
democracia e imprescindibles mejoras sociales.
¿Cuáles son los resultados de las recientes conversaciones que han mantenido en Cuba con el Gobierno de Colombia?
Logramos avanzar en el diseño del proceso, en el camino que se piensa debe transitarse. En el campo de las identidades hemos acordado dos ejes estructurantes para construir la paz: la generación de un ambiente favorable para la paz y la participación de la sociedad. Identificamos también el rol que jugará la comunidad internacional.Fue importante también la realización de una evaluación sobre los logros de las tres rondas exploratorias anteriores, que han permitido mantener la mesa de diálogo. En la cuarta ronda se expresaron las diferencias que existen entre las partes; relacionadas con la caracterización del conflicto, como punto de partida; y el horizonte de llegada en el proceso de la paz. Ambas delegaciones colocamos sobre la mesa las propuestas de contenidos temáticos para cada uno de los ejes acordados, los cuales abordaremos en detalle en futuros encuentros.
¿Cómo ven el futuro de estas rondas de negociación? ¿Piensan que es un camino viable que tendrá resultados reales? Se ha ido creando un ambiente favorable para
paz, pero subsisten enfoques gubernamentales que son obstáculos difíciles de
superar. Amplios sectores de la sociedad se la juegan por una salida política al
conflicto y esto es importante, puesto que en el proceso que estamos
adelantando, la participación de la sociedad es el eje fundamental para el ELN.
Nuestra organización tiene toda la voluntad para avanzar, tenemos un compromiso
con el país. Pero no podemos desconocer que el Gobierno, pese a un leve viraje
hacia acercamientos con la insurgencia, continúa inclinándose por la guerra.
Confiamos en que la activa participación de la sociedad como creadora de nuevos
escenarios democráticos termine por inclinar a Colombia hacia la salida
política.
Ustedes han realizado hace poco el Congreso Nacional de la organización. ¿Cuáles han sido las principales conclusiones políticas a las que han llegado?
El Congreso es la máxima autoridad del ELN. Allí se convoca a lo más destacado de la militancia y los cuadros, para definir de manera democrática el rumbo de nuestra lucha por un nuevo país. Entre otros aspectos se ratificó nuestro carácter de organización político-militar y nuestro compromiso con los pobres y desposeídos de Colombia.Hoy el ELN le apuesta a una estrategia de nación, a
favor de la confluencia social y política, para enfrentar las amenazas del
neoliberalismo que amenazan al mundo y a cada uno de nuestros pueblos, y se
propone como objetivo buscar para Colombia un nuevo Gobierno de nación, paz y
equidad. Hoy se trata de ‘ser con otros’. En este sentido, el trabajo por la paz
debe ayudar a gestar una propuesta de nación, un ideario que pueda hacer
transitar al país hacia una verdadera democracia que interprete a las mayorías.
¿A nivel interno, qué ha supuesto este Congreso para el ELN? El IV Congreso es un gran acuerdo en el ELN para
continuar nuestra marcha por un futuro diferente para los colombianos. Es la
construcción colectiva de nuestra política, que en un ambiente democrático y con
representación de todas las instancias políticas y militares de la organización
permite fortalecer la unidad interna y nos dota de nuevas políticas para
trabajar, implica ajustar nuestras líneas de acción en lo político y en lo
militar, así como introducir cambios de carácter organizativo. De otro lado, nos
permitió evaluar a profundidad los últimos diez años de lucha, aprender de las
experiencias y rectificar errores, algo muy importante en nuestra tradición
revolucionaria.
El mundo vive momentos de tensión, con guerras abiertas y conflictos de alto riesgo. ¿Cómo valoran este contexto y cómo puede afectar en Colombia?
Estados Unidos continúa impulsando su lógica de guerra contra los pueblos del mundo, pretende por medio de la violencia y las imposiciones doblegar las luchas de resistencia que se levantan contra el modelo neoliberal, pero, en lugar de debilitarlas, éstas crecen y reproducen un sentimiento antiimperialista. Al contrario, viene surgiendo una corriente mundial a favor de la paz y en contra de la guerra, esta corriente se multiplica y alienta la resistencia de otros pueblos. Nos inscribimos en esta corriente que busca otro destino para la humanidad. En Colombia se intenta la recomposición del neoliberalismo por la vía autoritaria, y eso va en contravía de los procesos de democratización que se están abriendo paso en América Latina. Si estos procesos se consolidan, van a incidir en el futuro de Colombia, pero si se amenazan, si se desestabilizan, el panorama también continuará siendo complejo. Colombia mira con atención el entorno latinoamericano.
Acercándonos a la región, se ve un proceso de integración latinoamericano. En Venezuela y en Bolivia se viven profundos cambios. ¿Cómo los analizan?
El modelo neoliberal entró en crisis en Latinoamérica y se hizo más distante el día en que los males padecidos por las mayorías, por los desposeídos, por los olvidados, tuvieran solución. Los pueblos se cansaron de las promesas incumplidas, de los malos gobiernos que sólo favorecían intereses de las multinacionales y de las oligarquías. Desde el movimiento social se da el paso hacia la lucha política, pero lo más importante es que los pueblos continúen abriéndose paso fortaleciendo su participación en la lucha social y en la lucha política, construyendo democracia. Esta acción ascendente les ha permitido elegir nuevos gobiernos de otro talante, que están más comprometidos con los pueblos y sus aspiraciones.El existir ya varios países con gobiernos de tinte democrático permite cooperar y, por tanto, la construcción de otras matrices políticas y económicas que hacen posible evolucionar hacia sociedades más democráticas y solidarias. Este momento puede marcar un tránsito histórico en el continente en lo social, político, económico y en las relaciones internacionales. Se empieza a jugar más activamente y de manera autónoma en el concierto internacional.
El resultado de las elecciones en los EEUU, ¿puede cambiar cosas en la región?
Hoy en el mundo todo es interdependiente. Un cambio hacia una composición diferente en el Congreso estadounidense significa una derrota a la política guerrerista de Bush y, por tanto, incide en algo, pues por lo menos se podrán tener otras lecturas más inteligentes en el Congreso. Lo importante es que esto siga marcando el declive de la locura de los halcones norteamericanos, pero las tendencias continuarán siendo guerreristas, así sea en un menor perfil.
El Plan Colombia sigue en marcha. ¿Qué aspecto real y concreto ha ido adquiriendo?
El ascenso en países de América Latina de gobiernos demócratas y revolucionarios le resta apoyo al Plan Colombia. Los propósitos iniciales que tenía el Gobierno estadounidense de favorecer una intervención multinacional en Colombia para frenar la insurgencia se han visto frustrados por la actitud patriótica que han asumido tanto pueblos como gobiernos en los países vecinos, que no se han dejado involucrar en el conflicto colombiano.No obstante, los intereses persisten sobre Colombia y, más allá de las fronteras, en los países donde los pueblos vienen tomando las riendas del Gobierno y del Estado, los gringos han extendido la jurisdicción de su proyecto para provocar y ejecutar planes de desestabilización, tal como viene ocurriendo en Venezuela y en Bolivia. El Plan Colombia como plan antinarcóticos fracasó, pues sus objetivos no se lograron y los cultivos de coca siguen disparados, y en cuanto a Plan contrainsurgente también fracasó, pues el movimiento guerrillero colombiano se mantiene vital y con propuestas de nación, y no como simples grupos aislados de la sociedad.
En medio de un apoyo total a la política de guerra en Colombia por parte del Gobierno de Aznar, las fuerzas del ELN secuestraron a varios extranjeros en la Sierra Nevada, incluyendo a un joven vasco al que declararon oficialmente «no prisionero». ¿Qué significado tenía ese gesto? ¿Por qué al vasco únicamente?
A los colombianos nos unen lazos históricos con el pueblo vasco; nuestro libertador Bolívar es de origen vasco. Mientras España oprimía nuestros pueblos, la mano libertaria vasca se hacía presente a través de Bolívar. En aquella oportunidad, en la Sierra Nevada, nuestros hombres no esperaban encontrarse con un ciudadano vasco. Por eso, cuando la Dirección Nacional se enteró, orientó su liberación, teniendo en cuenta que el ELN reconoce como legítima la lucha que el pueblo vasco adelanta por su autodeterminación y soberanía. Era obligado un acto solidario con los vascos, era lo menos que podíamos hacer, por eso solicitamos la presencia de una delegación del Parlamento Vasco en la gestión de liberación.
Pasado el tiempo, parece obligatorio preguntar por lo que motivó aquella acción. ¿Continúa la represión y la situación de genocidio indígena que denunciaron entonces?
Para aquel entonces, como lo denunciamos ante el mundo, la Sierra Nevada de Santa Marta venía siendo objeto de una feroz ofensiva militar y paramilitar, que había generado una grave crisis humanitaria. Esto motivó al ELN a desarrollar la acción de carácter político denominada ‘Allende Vive’, la cual estaba orientada a denunciar la situación de crisis a la que venía siendo sometida la población de esta zona como producto de la represión oficial y paramilitar. Esta operación permitió revelar ante los ojos del mundo la crisis humanitaria y exigir de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos su intervención para buscar frenar esa situación. La Iglesia católica, en particular Pastoral Social, tuvo interés en ayudar a superar esta crisis humanitaria, pero muy poco se hizo. Por el contrario, se incrementaron los campos de concentración y la persecución a las comunidades y aún hoy hay muchas personas desaparecidas.Unos años después, los intereses multinacionales siguen amenazando la existencia de esas comunidades indígenas, en los últimos meses estas empresas vienen apropiándose a la fuerza de su territorio ancestral destruyendo sus lugares sagrados, de igual manera continúa amenazante el terror paramilitar, los asesinatos, el desplazamiento, la presión del narcotráfico y de las fuerzas oficiales.
Importantes políticos e instituciones vascas se comprometieron a preocuparse por esa situación. ¿Fue realmente así o piensan que pueden hacer más?
El compromiso central lo hizo el Gobierno colombiano, que es a quien le compete garantizar el respeto a la vida e integridad de las personas, así como los demás derechos, pero el Gobierno es el victimario junto con los paramilitares. Las otras instituciones como la Iglesia o personalidades internacionales estaban más como acompañantes. Siempre en el campo humanitario se puede hacer más, las urgencias aún esperan.
En Europa primero fue el proceso de paz irlandés y hace apenas unos meses ha comenzado un proceso político de negociación en el País Vasco. ¿Cómo analizan estas realidades y en qué medida pueden aportar a su dinámica negociadora o política?
Estamos ante procesos históricos diferentes. Tanto Irlanda como el País Vasco buscan su soberanía como pueblos, en cambio en Colombia existe un conflicto interno. La nueva realidad europea podría favorecer soluciones para el asunto vasco e irlandés, pues el concepto de territorio puede tratarse en otro marco. Cualquier proceso de construcción de paz contribuye a crear nuevos caminos, en particular estamos atentos a los procesos de superación de conflictos que vayan de la mano con la construcción de democracia real, no como promesa; así como también de las experiencias que contribuyan a gestar nuevas prácticas de justicia social y bienestar para las comunidades, porque paz sin bienestar es otra manifestación de la guerra. -
«Estamos muy atentos a los mensajes de la realidad»
LA HABANA «Estamos muy atentos a los mensajes que nos manda la realidad, para poder interpretarlos», dijo Antonio García, de 50 años y responsable militar del ELN, la segunda fuerza guerrillera del país después de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). García, reelegido miembro del Comando Central en el IV Congreso Nacional del ELN realizado en julio y que refrendó como principal lineamiento la búsqueda de una solución política al conflicto armado, es quien encabeza la delegación guerrillera en las conversaciones que se realizan en La Habana con el Gobierno de Uribe, representado por su comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo. La cuarta ronda del diálogo entre Bogotá y el ELN comenzó el 20 de octubre, el día siguiente de estallar un coche-bomba en la Escuela Superior de Guerra en Bogotá. A modo de reacción, el presidente Uribe suspendió las negociaciones con las FARC para un posible canje de guerrilleros presos por rehenes en poder de esa organización. En La Habana, siguieron hablando. «Colombia vive un conflicto de hace 50 años, que en esencia no ha cambiado nada responde García cuando se le pregunta al respecto. El Gobierno y el ELN se enfrentan militarmente todos los días, de la misma manera que en otras partes se desarrollan operaciones con los compañeros de las FARC. Entonces, si hay un escenario de confrontación quiere decir que el conflicto esta ahí y eso no va a cambiar si no se atacan a fondo sus orígenes». «Si se aplaza el intercambio humanitario, eso no va a tener solución y puede terminar en una gran catástrofe. Si el gobierno persiste en que va a rescatar a los rehenes por la fuerza va a poner en riesgo la vida de quienes están cautivos».
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