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Gara > Idatzia > Kultura 2006-11-20
«No dejéis que os borren»

«No dejéis que os borren». Ese fue el mensaje lanzado por el más carismático juglar moderno, Paco Ibáñez, a lo largo de su actuación en el Liceo Antzokia. La suya fue la intervención que atrajo un público más numeroso al Festival por la Libertad de Expresión Musical que se ha celebrado en la capital histórica de Bizkaia desde el pasado jueves.

El cantor, de padre valenciano y madre vasca, admitió haber conservado siempre el euskera y recordó el caserío de su madre, Apakintza, en la localidad guipuzcoana de Aduna, donde pasó su infancia participando, como era de rigor, en las tareas cotidianas («Behiak hartu ta mendira jun», solía ordenarle su tío). Por eso regaló al público tres canciones entonadas en un euskera límpido y respetuoso. Una tradicional: “Pello Josepe”, que le cantaba su madre, y dos más, “Bihotza” y “Heriotza”, que pertenecen al moderno cancionero euskaldun.

Este luchador por las libertades, recién llegado de Taiwan, donde, para su sorpresa, fueron las canciones vascas de su repertorio las más apreciadas por el público chino, ilustraba su posición crítica ante la vida aprovechando la presentación de cada tema: «Hay que estar alerta contra el enemigo americano y la uniformización cultural que nos quiere imponer ­advertía­. Por favor, no nos dejemos borrar».

Para evitarlo precisamente cantó en euskera, en castellano y hasta en galego. Repasó a los grandes poetas hispanos desde el Siglo de Oro hasta la pasada centuria. Mezcló la amarga lucidez de Góngora o Quevedo con el humor pícaro de Samaniego, el lirismo de Neruda con la dulce melancolía de José Agustín Goytisolo, los romances tradicionales, como el del Conde Niño, con el aliento revolucionario de Alberti o Celaya. Sin olvidar la satírica ironía de George Brassens, el único poeta de allende los Pirineos invocado a petición popular.

Fueron más de veinte canciones entonadas con un hilo de voz primorosamente afinado, que motivó la protesta de algún integrante del público: «Un poco más de volumen, ¡más alto!». Y la respuesta rotunda de Ibáñez: «Lo importante no es el volumen, sino sentir las canciones, llegar al corazón de la gente y luego pasearse en el corazón de todos».

Damos fe de que lo consiguió: si bien algo previsible, escuchamos un recital entrañable, como todos los de Paco Ibáñez. -

Begoña AMETZOLA


 
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