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Gara > Idatzia > Kirolak > ATLETISMO 2006-11-20
- Herri Krosa
Los atletas populares desafiaron a la lluvia y todos fueron más ganadores
·Desde Sáenz de la Fuente hasta el último, la satisfacción fue máxima por terminar

BILBO

La lluvia no deslució la Herri Krosa de Bilbo, sino que multiplicó el mérito de todos los que se atrevieron a desafiar el pésimo tiempo. La llegada a meta se convirtió, pues, es un himno a la superación personal para los participantes, desde el primero, Unai Sáenz de la Fuente, hasta el último que llegaría una hora más tarde.

Todos son ganadores en una prueba popular que ayer cumplió y, con éxito, su 19ª edición. Los 8.500 inscritos no hicieron sino certificar la buena salud de la que goza la carrera organizada con esmero por Cycle Club. La lluvia hizo recapacitar a muchos, pero, pese a las bajas, las camisetas blancas que distinguen a los corredores inundaron las calles de Bilbo.

La alegría por terminar ayer se convertirán en agujetas para la mayoría a partir de hoy. Y es que en la salida las ilusiones superan por regla general la realidad. Muchos fueron los que empezaron con el ímpetu de un juvenil y que luego pagaron el esfuerzo.

Pero la ausencia de carácter competitivo hace que el hecho de cruzar la meta en la Gran Vía sea ya un gran e importante éxito. No hay distinción. Mayores, jóvenes, niños todos tienen cabida en esta carrera singular que se disputa ininterrumpidamente desde 1988.

Lo primero que hicieron ayer muchos al levantarse de la cama fue subir la persiana y mirar al cielo. Los peores augurios se cumplieron y la lluvia no cesó hasta la tarde, aunque la temperatura era ideal para la práctica del deporte.

Los primeros sudores

Calentar fue indispensable, para comenzar con el organismo a tope y a punto. La música de “Lawrence Arabia” fue la señal de salida. El asfalto no entiende de quien le golpea y con el paso de los kilómetros seleccionó un pelotón tan estirado que abarcó buena parte del recorrido.

El primer repecho de Hurtado de Amezaga puso a prueba a los corredores. El colapso por la marea humana fue mínimo y la calzada daba para todos, aunque no se pudo evitar cierto embotellamiento a la entrada de Fernández del Campo y General Concha pues la obras impidieron llegar a Zabalburu.

Las pulsaciones comenzaban a subir y los primeros jadeos llegaban también. La primera meta era el avituallamiento líquido a mitad de recorrido en el Puente de Deusto. Cuando algunos se afanaban en alcanzar un botellín de agua, al que apenas podían dar un sorbo, Saenz de la Fuente pasaba como una gacela en sentido contrario. El de Arrigorriaga sumó su cuarta victoria con un tiempo de 31.05 por delante de Josu Amutio y Jon Salvador, y Maider Fernández fue la primera mujer.

En el ecuador, fue el momento ideal para reflexionar sobre las metas que cada uno se había marcado en la salida. Algunos, pelín asfixiados, tuvieron que aflojar el ritmo y la mayoría que había pasado le dio la espalda en la segunda parte. La retirada era una opción, pero sin un euro en el bolsillo el metro quedaba descartado. Había que terminar. No quedaba otra. Algunos se arrepentían de las apuestas que había hecho la noche anterior. Ahora se trataba de llegar y cruzar la meta con algo de decoro ante la novia-novio, los amigos o la familia.

A sufrir toca

Empapados, la señal del kilómetro 8, a la altura del Guggenheim, fue crucial. Lo más difícil ya estaba hecho. La mejor fórmula fue encontrar a alguien que llevase un ritmo adecuado. Fue la salvación para algunos, a pesar de sufrir de lo lindo. Gracias, por eso, al dorsal 9173. Otros, por el contrario, más precavidos y cautos, fueron de menos a más y terminaron con mejores sensaciones.

Reunidos cada cuadrilla en la meta, todos tenían anécdotas que contar y excusas manidas. Que «si podía haber ido más rápido pero que me he reservado para la Santurtzi-Bilbao», que «si las nuevas zapatillas “Supernike” que me he comprado me han hecho daño», que «si me he tenido que parar a atarme tres veces»,Š Que «si, claro, el sábado a la noche se me hizo un poco tarde»...

Todos recogieron idéntico premio, un recipiente kaiku exclusivo para la ocasión, y, sobre todo, quedaba la satisfacción de haberle dado un meneo al cuerpo bajo la lluvia, gracias a una cita anual que a partir de ahora se convertirá en ineludible para muchos. Si es que para entonces se nos ha pasado el dolor que invade nuestro cuerpo a medida que pasan las horas. Y hoy será peor, pero prometemos volver, eso sí, en mejor condición física.


 
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