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Gara > Idatzia > Mundua 2006-11-26
Héctor SOTO | Director del Gabinete del Ministerio de Cultura de Venezuela
«Cuando tengo dudas, pienso: si la revolución no le gusta a EEUU, vamos bien»
En vísperas de las elecciones presidenciales, en las que el triunfo de Hugo Chávez parece claro, Soto hace una radiografía de la sociedad venezolana, inmersa en un proceso revolucionario ya afianzado, explica por qué resaltan la figura del presidente y diagnostica esquizofrenia mediática a la clase media que se empeña en rechazar una revolución que les beneficia.

Se habla de nuevo de un complot de la oposición que consistiría en que Manuel Rosales se retirara antes de las elecciones para justificar disturbios en la calle. ¿Cree que es posible que repitan esa estrategia?

Ya después de las elecciones parlamentarias del año pasado, en las que la oposición no quiso participar, denunciamos esta estrategia de la oligarquía para intentar deslegitimar las elecciones. De hecho, estos días iniciaron acciones violentas, como disparar al automóvil de un concejal de uno de los partidos que está en el proceso revolucionario. Todo esto no es más que la consecuencia de su certeza de que tienen las elecciones perdidas. Todas las encuestas dan una victoria clara a Hugo Chávez. La más generosa con la oposición le da 20 puntos de ventaja a Chávez y las hay que le dan hasta 30 puntos. Y son encuestas de empresas privadas.

¿Volverán a denunciar fraude?

En el referéndum revocatorio y en las elecciones parlamentarias, la oposición fascista, porque en Venezuela la oposición no es un bloque, hay oposición democrática que quiere participar en las elecciones y otra fascista, pidió a gritos la intervención del centro Carter y de la OEA para evitar el fraude. En ambas votaciones obtuvimos la victoria, y los dos organismos dieron por correcto el proceso. Inmediatamente después, la oposición tachó de comunista y de chavista a Jimmy Carter. Pero esto no nos genera angustia, porque no va a pasar de ser unas escaramuzas que no van a tener efectos notables.

Las encuestas hablan de una victoria holgada de Chávez, pero ustedes han marcado el objetivo de 10 millones de votos. Si no lo consiguen, ¿no da pie a que una victoria sea interpretada como una derrota?

Es posible que algunas personas lo vean así. Nosotros sabemos que por el número de inscritos en el censo electoral es muy difícil conseguir esta cifra. En cualquier caso, los diez millones de votos fueron un referente cuyo alcance el presidente aclaró muy bien. El pueblo venezolano ha registrado históricamente un índice de abstención muy alto. Nosotros usamos este referente simbólico para expresar nuestro deseo de que, a corto plazo, queremos diez millones de conciencias socialistas.

Ustedes afirman que la Revolución Bolivariana trasciende a Chávez. Sin embargo, la mayoría de los carteles electorales y los mensajes de la campaña se han personalizado en el presidente. ¿No es contradictorio?

Admitimos que, en este momento de la revolución, la figura del presidente es imprescindible. Es un hombre que, con su carisma, su mensaje y su forma llana de hablar, ha podido aglutinar muchas corrientes de pensamiento. Conviene recordar que venimos de una sociedad muy fragmentada donde las diferencias de clase son muy notables. Recien estamos empezando a aprender a dejar de ser una colonia estadounidense. Políticamente, la izquierda y la derecha en Venezuela eran una multitud de partidos. Hemos llegado a tener elecciones donde se presentaban 53 organizaciones políticas. Ideológica y políticamente tenemos un enorme daño que superar. Son muchos años de todo un aparato ideológico –sistema educativo, medios de comunicación, propaganda– que hizo de nosotros una sociedad de seres humanos individualistas. Chávez logró aglutinar y por eso lo cuidamos tanto. No quiero ni imaginar lo que podría ocurrir con un magnicidio. El país entraría en un caos. Pero esto no es contradictorio con la construcción de un poder colectivo. Chávez lo expresa de una forma muy acertada al decir que está dispuesto a mandar obedeciendo al pueblo. El presidente usa su estatus para transferir el poder a las bases. Los consejos comunales, por ejemplo, formulan, ejecutan, diseñan, evalúan y controlan políticas públicas.

La "clase media" se siente excluida del proceso. Dicen que Chávez fomenta la división en la sociedad venezolana. ¿Tienen alguna estrategia para integrar a esas clases en la revolución?

La revolución no ha carecido de políticas dirigidas a la clase media. Las tasas de interés que los gobiernos anteriores aplicaban a la compra de vivienda y vehículos eran mortales. Nosotros eliminamos esos créditos leoninos. Hemos pagado a los profesionales deudas históricas, de 25 y 30 años. El sector que más se ha reactivado con la revolución es la clase media. El sector de la construcción, por ejemplo, se ha reactivado enormemente con los proyectos de puentes, autopistas, hospitales, viviendas... A pesar de esto, debemos revisar por qué esta clase aún no se ha incorporado masivamente al proceso. También hay un problema ideológico y cultural. Esta clase es la mayor consumidora de la industria del entretenimiento. Son los que más televisores tienen, más periódicos compran, los que más van al cine, por lo que llevan 40 años tragándose todas las historias de superhéroes de Hollywood. Viven en una especie de esquizofrenia entre la abundancia material que disfrutan y el mensaje que reciben por los medios de que la revolución es un monstruo que no termina de comérselos.

Cuando Chávez apoya a algún candidato de izquierda, inmediatamente después los medios le tachan de populista y le acusan de ser un peón de Venezuela. ¿Les perjudica un apoyo explícito de Chávez?

Es natural que lo que diga Chávez y también otros presidentes en relación a la integración de Latinoamérica genere ahora una respuesta mucho más violenta. En la época de la globalización, de la especulación financiera, cuando se intenta imponer tratados económicos desiguales, como el TLC o el ALCA, para el capital financiero, todo lo que sea integración, que agrupe países en bloques de fuerza para intentar no dejarse devorar, es peligroso. Era mucho más inocuo hace 20 años que un presidente de izquierda, como Fidel, apoyara a un candidato, porque el capital no veía un gran riesgo. Hoy, en cambio, sí siente el peligro. Porque el modelo de integración que propone la revolución bolivariana y otros países del continente está basado en la complementariedad. Economías desiguales no pueden competir, como quiere el imperio norteamericano. Nosotros estamos haciendo intercambios. Con Argentina intercambiamos petróleo por alimentos y por tecnología agrícola. Con Cuba intercambiamos petróleo por asistencia sanitaria. Y nos critican mucho, pero ¿quién nos critica? La prensa que está vinculada a las trasnacionales. Además, es relativo lo de que Chávez perjudica a los que apoya. También apoyó a Daniel Ortega, a Lula, a Evo Morales y ganaron.

¿Cómo se sienten estando en el ojo del huracán?

Es duro, pero tratamos de no buscar el lado más solemne y triste de nuestra revolución, que lo tenemos. En los últimos dos años han asesinado a 180 dirigentes campesinos. Estamos en el Gobierno y pareciera que estuviéramos en la clandestinidad. Pero nosotros conocimos el infierno. Hace apenas diez años, el 90% de la gente vivía en la pobreza, la gente se moría en las calles de hambre. Todavía tenemos problemas de pobreza, pero ahora es menor y, además, los pobres han recuperado la esperanza y la dignidad. Antes estaban abatidos, en ese estado de miseria y viendo el manjar de la riqueza en manos de unos poquitos. Era muy traumático para nosotros. Por eso, estar ahora en el ojo del huracán es una oportunidad de vivir luchando, porque antes estábamos muertos en vida. Hay una consigna que el pueblo ha adoptado: “Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo (voy hasta el final)”. Esta consigna tendrá que ir cambiando, porque ahora estamos mejor. Sin embargo, esta consigna ilustra que la revolución no sólo son logros materiales, son más que todo espirituales. El venezolano hoy, aún el más pobre, siente que es ciudadano, que es protagonista. No estamos deprimidos por lo dura que es la lucha, sino que nos da fuerza.

¿Por qué les critican tanto?

La virulencia con la que se ataca a Chávez refleja el peligro que su propuesta supone para el capital. Cuando tengo mis disgustos con la revolución y sus errores, yo siempre me digo que mientras esta revolución no le guste al Gobierno estadounidense vamos bien. •

 


 
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