Desde que el pasado jueves se produjera la cadena de atentados más sangrienta desde que las tropas norteamericanas invadieron Irak, la situación de caos y de tragedia cotidiana que este país vive desde hace tres años y medio parece haber reventado. Ayer, Bagdad seguía bajo el toque de queda decretado el pasado jueves, los aeropuertos y puertos permanecían cerrados, y los actos de violencia continuaban: atentados de las milicias chiíes contra barrios suníes, ataques contra mezquitas, ataques de las tropas estadounidenses que se saldaron con más de treinta iraquíes muertos... En una interminable espiral de ataques, represalias y represalias de las represalias, las cifras de víctimas se elevan por encima de las ya impresionantes cifras que se alcanzaron el pasado mes, periodo en el que, según un informe de Naciones Unidas, murieron 3.709 iraquíes.

El aumento de ataques y víctimas en Irak evidencia el gran fracaso de la invasión de su territorio. Los estadounidenses, después de las elecciones tras las que Bush ha perdido el control de la Cámara de Representantes y del Senado, empiezan a plantearse la necesidad de cambiar su estrategia en Irak. Pero puede que para Irak sea ya demasiado tarde. El Partido Demócrata ha ganado esas elecciones principalmente por su actitud crítica hacia la actuación norteamericana en esta guerra, pero tampoco se plantea la única medida que, aunque eficaz, podría calificarse de justa: poner fin inmediatamente a la ocupación. Sin embargo, como en el del Partido Republicano, no asumen la responsabilidad en la situación que vive el pueblo iraquí, a quien llaman a «tomar decisiones difíciles y aceptar la responsabilidad sobre su futuro». Un curioso llamamiento, teniendo en cuenta que viene de quienes mantienen secuestrada su soberanía.

Nadie ofrece una alternativa a la situación de guerra a un pueblo brutalmente castigado, no sólo por los años de ocupación, sino por un largo periodo de sanciones económicas que se inició en 1990, y que ha llevado al sistema sanitario a su quiebra prácticamente total. La Organización Mundial de la Salud ya ha alertado de que la salud de la poblacion iraquí es en estos momentos extremadamente vulnerable: «Brutales conflictos armados y trece años de sanciones económicas han cobrado un altísimo peaje en temas como nutrición, recursos sociales, economía, infraestructuras y servicios de salud». Una situación que tiene que constar también en el debe de quienes impulsaron la invasión y sostienen la ocupación. -