Maite Soroa
La miseria moral
Pululan por la extrema derechona periodística personajes que, lejos del terreno de los principios y con los pies bien anclados en el terreno de los beneficios, se erigen en portavoces de la voluntad popular en la mejor tradición lerrouxista, a caballo entre la demagogia y el populismo. Tendrán, qué duda cabe, quien les escuche. Y si tienen suerte no habrá quien les entienda.Iñaki Ezkerra (¡qué cruz, señor, con el apellido!) hablaba ayer en “La Razón” de la manifestación de la AVT y de sus sustentos ideológicos. Así aseguraba que la negativa a un proceso que traiga, entre otras cosas, la paz, es lo mejor de lo mejor porque «además de que satisface la demanda de las víctimas, la Justicia es un valor en sí mismo porque preserva la dignidad, la libertad, la igualdad y la integridad de todos los ciudadanos, víctimas incluidas». Ya empieza a enseñar la patita. Y dice que negociar o sea, la «rendición» «afecta a todo el cuerpo social» así que «nadie puede situarse por encima, ni el Gobierno español ni el vasco, ni Zapatero ni Ibarretxe, ni Otegi ni Gorka Landaburu, ni los asesinos ni las víctimas siquiera. Tampoco está en manos de las víctimas el perdón judicial. Ni aunque éstas perdonaran a sus verdugos tendría una traducción legal ese perdón que sólo se puede otorgar en un plano moral y privado». En eso estamos de acuerdo, aunque Ezkerra no entienda por qué. Se le ve preocupado al portavoz de la Humanidad porque hay quien no sigue sus doctas directrices:«Para legitimar el Gobierno su negociación con ETA y neutralizar a las víctimas (...) ha incurrido y continúa incurriendo en una contradicción insalvable. Por una parte niega a las víctimas el derecho a tener un papel central y hasta a pronunciarse. Por otro lado se lanza a la busca y captura de la víctima que avale su política para escenificar así una división en ese colectivo que es falsa pues las víctimas que apoyan al mal llamado ‘proceso de paz’ no pasan de la docena (...) de personas que sencillamente han puesto su dolor al servicio del partido». La miseria moral que acredita el personaje es digna de estudio. Al final aflora la miseria y se ceba con Gorka Landaburu
por no comulgar con sus comportamientos ultras y le descalifica como «el genio
del periodismo que no es». No comulgo con Landaburu pero a la vista de lo que
dice Ezkerra, le empiezo a estimar. - msoroa@gara.net
|