Por aquello de que la libertad de prensa es uno de los pilares más importantes de la democracia y el tejido sobre el que se articulan muchas otras libertades y derechos, es lógico que para su defensa existan a nivel mundial múltiples organizaciones. Existe también un Comité Coordinador Global que aglutina a varias de ellas, hondamente preocupado por la violencia contra los periodistas y las violaciones contra la libertad de prensa: presiones económicas y amenazas sobre medios de comunicación; cierre y desaparición de periódicos; persecución y encarcelamiento incluso, de profesionales de la información y todas esas cosas que, como todo el mundo sabe, sólo pasan en Cuba.
Todo parece indicar que la batuta del Comité Coordinador Global de Organizaciones de Libertad de Prensa la lleva la SIP, Sociedad Interamericana de Prensa. Con sede en Miami, qué cosas. Es quien se dedica, sin estrecheces económicas, sospecho, y con mucho altavoz a su alrededor a colocar sobre la mesa los asuntos que requieren del Comité amplia difusión y unánime condena. A saber: denunciar las penosas condiciones de vida en las cárceles de los periodistas cubanos, exigir la inmediata excarcelación de los periodistas cubanos y exigir el fin de las represalias gubernamentales contra la prensa independiente cubana.
Por supuesto, otros organismos y asociaciones mantienen una visión y postura muy diferentes. Son los que citan, para señalar los auténticos atentados contra la libertad de prensa, el caso de Mumia Abu Jamal, el atentado estadounidense contra el Hotel Palestina, los ataques a la cadena de TV Al Jazeera o el cierre de las publicaciones vascas “Egin”, “Egunkaria” y “Ardi Beltza”, y el encarcelamiento de sus periodistas.
Pero los medios, articulados como muchas de esas asociaciones dentro del propio sistema, no son sino un mecanismo más, un altavoz que se enciende según interese o se apaga según convenga para contribuir a mantener bajo el férreo control del Estado una libertad que, así, deja de serlo.
Así que si van a buscar reacciones ante el vergonzoso desarrollo del juicio contra “Egin” les adelanto que necesitarán invertir mucho tiempo para encontrar algo, y muy poquito para leer lo que encuentren. Aquí, en Euskal Herria, podemos contarle mucho al mundo sobre el cierre de medios de comunicación. Sobre agresiones, detenciones, encarcelamiento y tortura de periodistas. Y sobre muchos otros encarcelamientos. Pero no parece que estén dispuestos a permitir que todo esto encuentre eco. A fin de cuentas, esto no es Cuba, donde no existe libertad de prensa. Y donde además, las cárceles, están hechas un asco. -