Raimundo Fitero
Indulgentes
Debería contenerme porque en una de éstas me va a dar un susto la tensión alta, pero ver a los señores de la Conferencia Episcopal por la televisión es algo que empieza a formar parte de este paisaje terrorífico que va configurando el retorno a las cavernas que se ha emprendido con tanta insistencia. Y claro, como siempre, hacen política, pero política reaccionaria y de partido ultra conservador. ¿Pueden estos señores que salen en procesión perdón, en manifestación junto a una parte de la sociedad reclamar algo que no sea su propia indulgencia? ¿Le ha pedido la sociedad cuentas por pasear bajo palio a Franco, a Pinochet y a todos los criminales de la historia de la Humanidad? ¿Por qué no se dedican a predicar la fe cristiana y no a desestabilizar a la sociedad? ¿Quién les ha dado vela en este proceso?
O sea que lo que hay que tener es mucha indulgencia. Es la manera que explican estos carcamales su idea del mundo, de la política, de todo. La pobreza se arregla con caridad, y los conflictos políticos con indulgencia. ¿Por qué no investigan a estos señores del odio y les meten unos cuantos considerandos para ver qué tal les sienta la indulgencia? Motivos hay más que suficientes. Simplemente por mantener en su radio a lo más violento de los ultras practicando terrorismo informativo ya están desautorizados para hablar de cualquier cosa que no sea la santísima trinidad. Del resto, no saben nada. Ninguno. Ni los que visten de negro, ni los de púrpura. Ni los de palacio, ni los de casa compartida. Por cierto, ¿por qué los mantienen en las televisiones dando misas? Quien quiera misa que se la pague. Yo me pago mis bebidas y mis drogas. Los demás deben hacer lo mismo con sus alucinógenos. Ni un céntimo del dinero público para estos repartidores de indulgencias. Que me perdonen los creyentes, pero si sus guías son estos señores, vuelvan a reconsiderar su fe.
Respiro hondo. Es lo que pasa, como buen apóstata me sale cíclicamente mi rabieta anticlerical. Pero ya me he relajado. Repaso lo anterior y noto que he sabido controlar mis instintos y no les he llamado fachas. Una maravilla, esto de ser indulgente es algo muy reconfortante. -
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