Preocupado por su legado según algunos, tarde y poco para otros
WASHINGTON
La cuestión iraquí está generando una situación como poco sui generis. Prácticamente todos los analistas, desde los liberales a los neocons, critican a Bush, aunque lo hagan desde perspectivas opuestas.Bush «está mirando a su posteridad y no quiere pasar a la historia como el Lyndon Johnson de Irak», asegura Ned Barnett, consultor de campañas presidenciales tanto de demócratas como de republicanos. Presidente de 1963 a 1969, Johnson es recordado como el hombre vencido por la guerra de Vietnam, horrorizado por las bajas mortales estadounidensese, errando por los pasillos de la Casa Blanca sin poder dormir. Jamie McKown, profesor de Ciencias Políticas en Maine, sitúa su plan en «un intento desesperado de intentar salir de Irak con cualquier cosa que pueda, aunque sea de lejos, tener un aire de victoria».
La tozudez del presidente El periodista político Bob Woodward introduce otro elemento bien que no novedoso en la ecuación e insiste en la tozudez del presidente. Pone en boca de Bush la frase de que «yo no retiraría las tropas ni aun cuando sólo tuviera el apoyo de Laura y Barney», su esposa y su perro.«Es demasiado tarde», repite una y otra vez Rick Barton, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, quien reconoce que es «el mejor plan» desde la invasión en 2003. Stephen Biddle, del Consejo de Relaciones Exteriores, considera los refuerzos de «insuficientes para pacificar una ciudad como Bagdad, no digamos todo el centro de Irak». Próximo a los neoconservadores, el American Enterprise Institute se muestra recelosos. «¿Serán suficientes las tropas, y estarán el tiempo suficiente?», pregunta el analista Thomas Donnely.
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