Josebe Egia
¿Sexo sin género?
«Oye, y para variar ¿por qué no hablas de sexo? pero de sexo puro y duro ¿eh? Y dejas el género y los temas político-sociales para otro día ¡que ya está bien!». La verdad es que me reí a gusto ante la interpelación porque ¿cómo hablar de sexo sin hacerlo a la vez de género?En la mayoría de los casos hombres y mujeres partimos de una falta de educación sexual básica. Nuestro conocimiento para acercarnos al sexo es totalmente diferente. A unos les ha venido de ver revistas pornos y de «hazañas» que cuentan los más enteraos. A otras, de lecturas más románticas, también del «boca a boca», pero aderezado de un miedo ancestral al embarazo y de un miedo patológico producto del género a que si no lo haces como él quiere te deje por otra. A ambos nos han «educado» la santa Iglesia, con toda su carga judeocristiana de pecado=castigo y, sobre todo, las películas. Éstas, según Pilar Aguilar Carrasco, especialista en el tema, contra todo saber anatómico y contra toda experiencia, se basan en el imaginario masculino más ramplón dando por hecho que a las mujeres basta con introducirnos «algo» en la vagina para que alcancemos el éxtasis. En palabras de Pilar, «lo que de verdad pasma no es tanto la abundancia de sexo en el cine como el hecho de que éste quede reducido a un limitado asunto genital. Pasma que la mayoría de las películas evacuen la sensualidad, constriñan tan pobremente el placer erótico, olviden la delectación en el deseo, desdeñen otras posibilidades y hagan una representación monocorde y sesgada. En efecto, ‘van directas al grano’, como diría quien considere que ‘el grano’ es la penetración y que todo lo demás son pérdidas de tiempo o engorrosos preámbulos». ¡Ay los preámbulos! Ahí solemos tropezar con la primera diferencia, y es que la gran mayoría de las mujeres los necesitamos. Probablemente la penetración es la forma más frecuente con la que los hombres llegan al orgasmo. Probablemente a muchas mujeres les resulta muy erótico ser penetradas. Puede que, para ambos, la penetración esté cargada de gran intensidad emocional provocada por esa fusión corporal tan íntima. Puede, incluso, que para algunas mujeres sea también su opción preferida para llegar al orgasmoŠ Pero de ahí a considerar que para nosotras la vagina sea una fuente de placer equivalente al pene hay un trecho que sólo negando la evidencia, la anatomía y la sexualidad femenina se puede recorrer. Pero eso es lo que nos venden y muchos y muchas, renunciando éstas a lo que su cuerpo demanda, lo compran. Y, aunque cuando lo vemos en el cine parece realista jadeos, gritos, sudoresŠ..., esta pretendida relación sexual plena es pura fantasía. Es casi imposible, o al menos muy raro, que después de un par de besos, en uno o dos minutos y sólo con la penetración, ambos alcancen el orgasmo al unísono. El gran mito sexual. Y así pasa lo que pasa. Hay muchas probabilidades de que al intentar llevar el mito a la realidad éste falle, lo que causa angustia, desconcierto y neuras varias. Si la penetración no provoca inmediatamente el éxtasis de ella, si ambos no alcanzan el orgasmo al unísono y en un par de minutos, es decir, si falla la «varita mágica» que les transporte instantáneamente a los dos al séptimo cielo, ¿pensará él que no sabe tratarle, que es un inútil, que «la tiene pequeña»...?, ¿pensará ella que es una rara, una anormal, «una antigua»...? ¿Y qué decir de los gemidos guturales y de los gritos? Pues que muchas los ensayan a conciencia para no defraudar a su compañero. Lo grave es que este modelo, que reduce el placer a los genitales eliminando el resto del cuerpo y de la piel, tristemente sigue siendo bastante común incluso entre las y los adolescentes. La «escuela» de éstas y estos, mayoritariamente, suelen ser las pelis e internet, donde en cinco segundos, con sólo escribir la palabra sexo en el buscador de su ordenador, pueden obtener 10,6 millones de páginas diferentes, muchas de alto contenido erótico. Seis de las diez primeras ofrecen sexo gratis; y las otras cuatro tratan sobre lujuria, sadomasoquismo y porno. Además, y aquí amigo otra vez entra el género, este modelo tan falocéntrico que olvida el hedonismo, la sensualidad, el juego, el abandono... es, ante todo, una dura agresión contra el placer sexual de las mujeres porque, aunque creo que con este tipo de relaciones sexuales también los hombres pierden, no cabe duda de que para ellos es mucho más fácil llegar a la eyaculación con una simple penetración, mientras que para nosotras alcanzar el orgasmo en esas condiciones es una proeza. - jegia@gara.net
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