Sabino Cuadra Lasarte - Abogado
Barajas: ocho flashes
El coche bomba de Barajas lo puso ETA. Rompiendo tradiciones, no hubo declaración previa de que la tregua había acabado. Según la información dada, se utilizaron entre 500 y 800 kilogramos de explosivos. Por encima de la intención manifestada de no pretender causar daño humano alguno (tres llamadas previas, una hora de preaviso), es evidente que una explosión de esta potencia, realizada en un lugar normalmente concurrido, conlleva objetivamente la probabilidad de acabar como acabó. Cualquier imprevisto, cálculo erróneo o negligencia sobrevenida puede ocasionar una tragedia. Esto es lo que ocurrió. Por ello, al margen de otras consideraciones, la responsabilidad principal por las muertes de los dos ecuatorianos es de ETA. 2.No existía megafonía en la zona donde sucedió la explosión. Que un aeropuerto, en el que ya no se puede introducir ni un simple tubo de pasta dentífrica sin que éste sea detectado y expropiado por la policía, carezca de estas elementales medidas de seguridad es algo incomprensible. Más aún cuando existían cámaras de grabación en el mismo lugar del atentado. Una de ellas tomó imágenes de la furgoneta antes de que ésta estallara. O sea, las medidas de seguridad tenían más que ver con el control de sus usuarios que con su propia seguridad. Hay cámaras para grabarlos, sí, pero no megafonía para avisarles de posibles peligros. ¿Qué concepción de la seguridad es ésta? Zapatero, en un lapsus, afirmó que lo de Barajas había sido un accidente. Debería explicarse más. Y Rubalcaba, mucho más. 3.ETA rompió el alto el fuego. Digo el alto el fuego, que no el proceso de paz, porque la palabra «proceso», según el Diccionario de la Real Academia, significa «acción de ir hacia delante», y en estos meses el PSOE no ha hecho nada de esto, sino todo lo contrario. La aplicación, tan solo, de la «doctrina Parot», ha supuesto sumar 1.500-2.000 años más de cárcel a casi 200 presos y presas. ¿Cuántas vidas humanas supone esto? Súmese a ello la condena de De Juana, los procesamientos, fianzas y condenas a dirigentes de Batasuna y Askatasuna, la prohibición continuada de manifestaciones y todo tipo de actos de la izquierda abertzale, etc. Y, para guinda, el Gobierno va y se jacta de haber hecho menos que el del PP en la anterior tregua, lo cual era cierto. A la provocación de los hechos se suma la pública mofa. ¿Qué se buscaba con ello? 4.El atentado, según parece, tenía como objetivo forzar al PSOE a asumir los compromisos acordados y retomar la vía de la negociación. A día de hoy, es difícil saber si sus efectos van a ser esos, los contrarios, o cuarto y mitad de cada. De todos modos, el atentado va a afectar a bastantes más ámbitos, ya que el mundo de la política es un ecosistema en el que todo está relacionado. La onda expansiva de Barajas ha llegado a distintos sectores y grupos que en los últimos años habían comenzado a levantar de nuevo, pacientemente, el castillo de naipes del proceso, o a apoyarlo con simpatía. Algunos no quieren jugar más a esto. Otros serán ahora meros espectadores. Mal resultado éste para los tiempos que corren, especialmente en Nafarroa. 5.Tras la muerte de los dos ecuatorianos, las dolidas declaraciones del PSOE y el PP sonaban a hueco. Que estos partidos, máximos responsables de una política de inmigración que está sembrando de cadáveres el Mediterráneo y el Atlántico; máximos impulsores de una política neoliberal y de apoyo a unas multinacionales que expulsan a patadas de sus países a millones de personas en el intento de realizar una segunda conquista de América...; que estos partidos aspavienten ahora su pesar por las muertes de Carlos y Diego Armando, es algo que clama al cielo. ¿Para cuándo unas fotos de un ministro con los familiares de los ahogados en el Estrecho, o de los asfixiados en esos trailer-ataúdes en los que viajan ¿Para cuando la consideración de víctimas del terrorismo para todos los muertos por la Ley de Extranjería? 6.La concentración de Iruñea, convocada por FAIN (Federación de Asociaciones de Inmigrantes de Navarra) batió récord de apoyos. Allí estuvo todo el arco parlamentario UPN, CDN, PSN, IU, EA, PNV y Aralar, además de Na-Bai y Batzarre, además del grueso de fuerzas sindicales UGT, ELA, CCOO, ESK, CGT, EILAS, y diversos grupos sociales. Luego, la prensa, cual si fuera un «apartado» sanferminero, nos dio prolija relación de los políticos, jueces, sindicalistas, empresarios y demás personalidades asistentes. Sin embargo, a pesar de tan amplio apoyo, la concentración reunió solamente a 2.000 personas. Muy poco, evidentemente. Por ello, es obligado preguntar: ¿por qué no acudieron bastantes miles más de los militantes, delegados, afiliados y votantes de esos grupos? ¿Se olieron, acaso, que en el apoyo dado por sus grupos había mucho más de marketing que de solidaridad real? 7.Las reacciones habidas en los grupos de inmigrantes demuestran un grado de madurez política bastante mayor que la demostrada por gran parte de los políticos. Así, tras expresar sus condenas al atentado, la asociación de inmigrantes ecuatorianos Rumañahui, de la Comunidad Valenciana, lugar en el que residía uno de los dos muertos, se pronunció también «a favor de la paz y por el derecho a la libre autodeterminación de todos los pueblos». La propia FAIN, en el acto de Iruñea, expresó en su comunicado su «solidaridad con todas las personas que han sufrido las consecuencias de cualquier (esta última palabra fue suprimida en la crónica de más de un medio) tipo de violencia». Y es que, para expertos en violencia política, social, económica, y en saber del uso rastrero de la «lucha antiterrorista», nadie mejor que los inmigrantes. 8.Y hacia delante, ¿qué? En mi opinión, para volver a levantar el castillo de naipes harían falta, cuando menos, tres cosas. Primero, que el Gobierno dé pasos firmes en tres direcciones: la normalización democrática, la normalización penitenciaria y, por último, la apuesta por una política real de diálogo y negociación. Segundo, por parte de ETA, aclarar el jeroglífico de su último comunicado, relativo a su actual alto el fuego «intermitente», y garantizar que este sea indubitado y realmente permanente a lo largo de todo el proceso. Tercero, éste no debe ser algo limitado ni dependiente de reuniones y acuerdos por las alturas. Si se quiere que el proceso pueda arribar a buen puerto, es completamente necesaria la participación en el mismo de todo tipo de sectores políticos y sociales (sindicales, sociales, culturales,...), aportando cada cual sus propias ideas y generando sus propias iniciativas. A ver si hay suerte esta vez. -
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