Agua
Hemos visto por televisi�n la devastaci�n que ha causado por Europa el hurac�n �Kyrill�. Son im�genes que se suceden de forma rutinaria. En primera instancia pensamos que estas manifestaciones del poder�o real de la naturaleza son nuevas, pero despu�s las estad�sticas y los cient�ficos nos vienen a recordar que se trata de asuntos bastante normales en esta �poca del a�o. Vencidos por la suspicacia, no acabamos de entender la majestuosidad de estas apreciaciones, especialmente cuando salimos a la calle y vemos los term�metros, o cuando tambi�n en televisi�n vemos el nivel de nuestros pantanos, los problemas reales de abastecimiento de agua que acechan inminentemente al gran Bilbao, entre otras zonas. La naturaleza desatada suelta vientos a velocidades endiabladas y ba�a con agua enrabietada campos, ciudades, pueblos. Se lleva por delante �rboles, conducciones de electricidad, carreteras o puentes. El agua a�ade destrucci�n cuando baja en torrenteras desordenadas, o, quiz�s, cuando reivindica su sitio, cuando nos recuerda que hemos ocupado sus desahogos naturales, aquellas ramblas por las que en tiempos de lluvias se formaban saltos, regatos o caudales de utilizaci�n urgente. Hoy no existen; hoy cuando el agua cae en cantidades no administrativas se encuentra con la acci�n suicida de las urbanizaciones, de los lugares residenciales que solamente piensan en el hoy transacional y comercial y no en el posible ma�ana con desgracias imparables, pero previsibles. El agua va a ser nuestro bien perdido. El agua mineral vale ya m�s que la gasolina, si la compras en porciones o la pides en bares. Todas las medidas que se emprendan ma�ana ser�n demasiado tarde. No debemos seguir manteniendo este derroche. Hace dos d�cadas pasamos una sequ�a tremenda. Si sigue el clima y las circunstancia actuales, la de este a�o puede ser peor. Y despu�s llover� a mantas y habr� desgracias. El cambio clim�tico, el desarrollo desbordante, el consumo de energ�as s�lidas, todo nos lleva a la autodestrucci�n. En la televisi�n vemos cada d�a im�genes que nos lo recuerda. Pero nos parecen cosas ajenas a nuestra realidad. Agua. Acabaremos suplicando agua. -
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