Camino del banquillo de los acusados
si ni la peticion desobreseimiento dela causa realizadapor la fiscalia, niel auto del tribunalsupremo que noadmitia una querellasimilar contradirigentes del PSOEevitaron que ellehendakari fuerallamado a declararcomo imputado, laspalabras de ayer reafirmandose ensu «pecado» lollevan directo albanquillo de lainquisicion.
Tampoco Juan José Ibarretxe se escondió. La víspera, Arnaldo Otegi, Pernando Barrena y Juan Joxe Petrikorena a los que se supone hartos ya de dar explicaciones de juzgado en juzgado se negaron a declarar sobre sus actividades políticas ante un tribunal. Entienden que no son los jueces españoles quienes deben dictaminar sobre estas cuestiones y menos en base a leyes trucadas. Ayer el lehendakari lanzó un mensaje similar, aunque lo hizo cumpliendo los formalismos procesales. Ante el juez instructor, Roberto Sáiz, y ante los medios de comunicación, reconoció haberse reunido con los dirigentes de Batasuna en más ocasiones que la denunciada por el Foro de Ermua y aseguró que lo seguirá haciendo. Añadió que «no se puede criminalizar el diálogo» y consideró «un despropósito» su imputación.En amplios ámbitos políticos, incluso en la propia Lehendakaritza, se entiende que el objeto final del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco al admitir a trámite la querella del Foro de Ermua es lograr la foto de Juan José Ibarretxe sentado en el banquillo de los acusados. Si es así, resulta evidente que su declaración de ayer no le va a salvar. En circunstancias similares, el presidente del Parlamento de Gasteiz, Juan María Atutxa, y los miembros de la Mesa Gorka Knörr y Kontxi Bilbao, trataron de escurrir el bulto. Su estrategia de defensa fue la de que habían intentado disolver el grupo parlamentario Sozialista Abertzaleak, pero que les había resultado imposible. Juan José Ibarretxe, por contra, ha ido de cara: «Voy a seguir hablando con todas las sensibilidades de este país», reiteró ayer. Hasta la fecha, la Sala de lo Civil y Penal del TSJPV ha
mantenido la existencia de un delito de «desobediencia» en la actitud de Otegi,
Barrena, Petrikorena e Ibarretxe. De poco ha valido que la Fiscalía no viera
nada punible, ni que el Tribunal Supremo señalara el pasado mes de noviembre que
pretender controlar la acción política de un gobierno mediante el ejercicio de
la acción penal «vendría a ser un fraude constitucional». El juez instructor
sostiene contra viento, marea y precedentes las tesis anticipadas por el Foro de
Ermua. Por lo tanto, nada invita a pensar que tras lo visto y escuchado en los
dos últimos días vaya a renunciar a procesar a los mahaikides y al lehendakari.
Leyes tramposas
En los últimos días se ha suscitado un debate sobre si la defensa pública y en la calle de los imputados y las críticas a las decisiones de los tribunales suponían un intento de coacción de los jueces y de deslegitimación de la justicia. Sin embargo, los pronunciamientos teóricos sobre la separación de poderes y sobre que las actuaciones judiciales se corrigen en los propios tribunales a través de sus propios mecanismos, chocan de manera frontal con la realidad que perciben diariamente miles y miles de ciudadanos y ciudadanas vascas. Frente a quienes dibujan el Estado español como un idílico Estado de Derecho, lo que una mayoría social de Euskal Herria observa es que las leyes son constantemente trampeadas en contra de su voluntad para constreñir derechos y libertades. Que no es que «hecha la ley, hecha la trampa», sino que las propias leyes son trampas para cazar a quien no se someta a los dictados que impuso el Pacto PSOE-PP. Y que los jueces por ejemplo el presidente del TSJPV o el del propio Tribunal Supremo no son árbitros neutrales, sino parte beligerante, que no han tenido reparos en hacer declaraciones públicas en contra del nacionalismo vasco y de sus proyectos políticos. Y en este contexto, los dirigentes del PSOEse sienten como un equilibrista sin red azotado por fuertes rachas de viento de dirección variable. Al mismo tiempo que repiten el discurso oficial de exigencia de respeto al marco legal y a la independencia judicial, rezan como hacía ayer José Antonio Pastor para que los jueces «mediten muy mucho las sentencias» y que «no se entienda» que la Justicia «no es justa» o que «es vengativa». Toda una confesión no pedida del portavoz parlamentario del PSE. Pero la cuestión no es poner velas a dios y al diablo. El problema es que la izquierda abertzale va a seguir hablando con el lehendakari, con dirigentes de partidos y, probablemente, también con los del Partido Socialistadentro de algún tiempo. Y si no se derogan la Ley de Partidos y sus consecuencias, no va a haber sitio para todos en el banquillo de los acusados del TSJPV. -
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