Como quien quiere la cosa, nos encontramos navegando por el espacio infinito a pedales. Como en una pesadilla. Nos dice que se han cortado los cables de fibra óptica y nos hemos quedado sin servidor. Pero seguimos teniendo amo. Y el tiempo se nos dilata, comprime, explaya, implosiona y explosiona. Conforme escribo, me sube la bilirrubina, me siento totalmente incapacitado para el desarrollo normal de mis funciones ambiguas por falta de conexión exterior, me enredo con dos ideas menores: el precio del establecimiento de llamada que nos cobran los operadores de telefonías móviles y que no recuerdo al doctor “House” utilizando un teléfono portátil, aunque sí lo he visto navegando por internet y tocando el piano. Debe ser que lo políticamente correcto en los próximos años va a ser no sacar a nadie fumando en las series, ni a nadie llamando por teléfono móvil. ¿No serán patologías similares del comportamiento humano desplazado de sus intereses básicos?

Ya que las prohibiciones se están convirtiendo en signos de una velada intención progresista, ¿por qué no prohíben el uso de la telefonía móvil en los lugares de trabajo? O más sencillo, ¿por qué el señor Solbes, en vez de hacernos pasar por tontos, diciendo que va a mandar una inspección por si acaso las compañías de telefonía se han puesto de acuerdo, utiliza esa inspección para demostrar que se trata de un abuso constante, que hacen pactos, si no contra la ley, sí al menos contra los usuarios.

Los ministros de Zapatero se van derritiendo en su mala gestión de una manera asombrosa. Vi a la supuestamente dedicada a la Cultura y solamente la encontré enfadada, hablando en un tono totalmente defensivo de una ley de cine que se presenta como una salvación de no se sabe qué enfermo. Aunque los noticiarios se han dedicado este martes a mostrarnos a la juventud vasca de más de cincuenta años apoyando a Ibarretxe en su paseíllo triunfal ante los jueces, ese día acudieron tres vascos por lo mismo, y esas señoras del primer día no acudieron porque estaban en la peluquería para aparecer bien arregladas en las fotos del día siguiente. Se me ocurre en este corte óptico: ¿no estaremos en un tiempo histórico que va a pedales? -