El Pompidou cumple treinta años listo para abrir una sucursal en Shangai
El Georges Pompidou de París, que revolucionó el concepto de centro de arte, no sólo por sus formas contemporáneas, sino por integrar en sus instalaciones salas de exposiciones, biblioteca, encuentros,conferencias y conciertos, cumplió ayer treinta años. Abrir sucursales en Metz y, sobre todo, en Shangai es actualmente su principal reto.
PARIS
El centro Pompidou o Beabourg, como se conoce en París por el céntrico barrio en el que está instalado, cumplió ayer 30 años de historia, de polémica y de éxito absoluto, desde que el 31 de enero de 1977, el presidente Giscard d’Estaing inauguró un proyecto, tan visionario como criticado, contra el que él mismo había luchado.Aunque el centro es considerado heredero de Mayo del 68, fue un presidente conservador, Georges Pompidou, su principal impulsor, aunque falleciera en 1974, sin llegar a verlo convertido en realidad. La celebración del aniversario, que se prolongará durante todo el año, comenzó hace unas semanas con una exposición dedicada a “Hergé”, creador de Tintín, en el Forum, corazón de este edificio de tuberías de colores construido por Renzo Piano y Richard Rogers. Sirvió también de preámbulo a las celebraciones el encuentro con la prensa que hace unos días mantuvo el director del centro, Bruno Racine, quien habló de nuevos retos, etre ellos, los derivados de la apertura de las sucursales de Metz, ya en construcción, y, sobre todo, de Shangai, prevista para 2010. Y es que, en todos estos años, han sido muchos los centros en el mundo que han adoptado el concepto del Pompidou, pero ahora no va a ser el concepto, sino el propio centro, el objeto de exportación. Las celebraciones oficiales tendrán continuación hoy con la inauguración de la nueva presentación de las colecciones del Museo de Arte Moderno del centro, que, con sus 58.000 obras, se considera el segundo del mundo en importancia, tras el MOMA de Nueva York.
16.000 personas diarias La que fue llamada con desprecio «refinería», «verruga» o «fábrica de gas» se convirtió de inmediato en cuartel general de personas de toda edad. Diariamente salvo los martes, en los que cierra, es frecuentado de 11 de la mañana a las 10 de la noche por 16.000 personas, pese a haber sido concebido para acoger un máximo de 5.000.
El centro ha pagado caro su éxito, pues la multiplicación de su uso conllevó un progresivo desgaste, que lo obligó a someterse hace apenas unos años a una profunda renovación. Los expertos aseguran que, en todo caso, ha envejecido muy bien. Por otra parte, los 104,4 millones de euros anuales que le aporta del Estado cubren sólo los gastos de funcionamiento, y financiar su rica programación es uno de los principales retos.
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