2007/1/29. Catalunya. Marti Ahtisaari, enviado especial de la ONU para Kosovo, ha presentado oficiosamente su plan sobre el futuro de la provincia serbia, y, por lo que se ha filtrado, todo indica que conduce a una casi independencia del territorio, o, si se quiere, a una soberanía provisional vigilada, lo que choca con la visión de los serbios, cuyo nacionalismo tiene su cuna precisamente en Kosovo, territorio de mayoría musulmana.

La independencia de Kosovo no es la solución que los dirigentes comunitarios han defendido desde la desaparición de la Unión Soviética. Los dirigentes europeos hubieran preferido que las fronteras continentales no volvieran a cambiar tras la caída del muro de Berlín. La fuerza de los hechos, sin embargo, ha terminado modificando las posiciones. Después de la guerra de 1999, la coexistencia entre serbios y kosovares es una quimera, por lo que se ha optado por la separación. No todos, evidentemente, están de acuerdo, empezando por los serbios, ahora en tareas de formar gobierno, y Rusia, que los respalda. No será fácil, por eso, la aceptación del plan. Pero no hay otra salida, siempre y cuando se respeten los derechos de la minoría serbia que ahora hay en Kosovo.