La campaña de acoso y derribo contra el Gobierno del PSOE, que el PP inició el 14 de marzo de 2004, cuando decidió que su derrota en las urnas no había sido legítima tras los ataques del 11-M, se intensificó tras la decisión de ETA de declarar un alto el fuego indefinido, en marzo del pasado año, para impulsar un proceso que lleve a una solución democrática para el conflicto que padece Euskal Herria. Y seguirá in crescendo al menos hasta que, el 27 de mayo, se celebren las elecciones locales y autonómicas en el Estado español. A pesar del duro enfrentamiento verbal que mantienen ambas formaciones políticas, que ha llegado a la ruptura de relaciones en distintos ámbitos institucionales, el PSOE y el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, por un lado, dicen tener la mano tendida para «volver a la unidad de los demócratas en la lucha contra el terrorismo" y, por el otro, los dirigentes del PP insisten en que «la unidad contra ETA pasa por cumplir el Pacto por las Libertades".

Antes y después del ataque de ETA contra el aeropuerto de Barajas, además del debate dialéctico, el PP se ha empeñado en llevar el enfrentamiento a las calles en forma de manifestación; o de contramanifestación, como la realizada el sábado en Madrid, que, precisamente, venía justificada por la autoexclusión del PP de la que se llevó a cabo en la capital española el 13 de febrero para condenar el atentado del 30 de diciembre.

La movilización de este fin de semana ha servido para reforzar esa imagen de división en un doble sentido. En primer lugar, es de suponer que un viajero que llegue a Madrid se quede perplejo cuando, al repasar los titulares de prensa, se encuentre con que donde un medio ha contabilizado «unas 210.00 personas", otro quiera ver «un millón y medio de españoles".

Ayer el debate pasó al terreno de lo simbólico. El portavoz del PSOE en el Congreso, Diego López Garrido, criticó las «actitudes dictatoriales" del PP como «apropiarse del himno nacional", aludiendo a que éste sonó como colofón a la manifestación del sábado. El PSOE considera que incluso se vulneró un decreto de 1997 que regula el uso oficial del himno.

Desde el PP, el ex ministro de Interior Angel Acebes restó importancia al hecho e instó a Rodríguez Zapatero a escuchar «la voz de la calle" que «no quiere resignarse al chantaje de ETA y quiere derrotarla sin negociaciones", y afirmó que su partido no sabía que iba a sonar el himno. Esa versión fue corroborada por el presidente del denominado Foro Ermua, Mikel Buesa, quien, no obstante, replicó a las críticas del PSOE subrayando que «evidentemente" fue una «decisión acertada".