Alemania 29
Polonia 24

Alemania conquistó ayer el tercer Mundial de su historia, tres décadas después del logrado en 1978 en Dinamarca. Los anfitriones, amparados en una impresionante defensa y una enorme aportación en portería, supieron resistir en los momentos malos y decidir en los buenos.

 En la segunda parte, un importante atasco ofensivo del nuevo campeón puso en peligro su victoria, pero Johannes Bitter se encargó de que la crisis no fuera a mayores. El portero del Magdeburgo tuvo que suplir en el minuto 34 al genial Henning Fritz, que sufrió una lesión después de realizar su enésimo paradón. El cancerbero titular de la selección germana se estaba saliendo, no sólo por sus paradas, sino también por sus rápidas aperturas que supusieron hasta tres goles fáciles para su equipo. El marcador señalaba un claro 20-14 para los locales y Bitter tenía la difícil misión de mantener el nivel en portería.

Pues bien, a partir de la lesión de Fritz, el anfitrión entró en un bache que le supuso un 1-7 en contra, lo que hizo peligrar su victoria. Pero Bitter, además de evitar que ese parcial fuera más amplio, impidió el empate de los polacos. Estos tuvieron hasta tres posesiones para igualar la contienda cuando el marcador señalaba un apretado 22-21, pero se encontraron con un muro en la portería. En los 26 minutos en los que estuvo en pista, Bitter detuvo 10 de los 20 lanzamientos que fueron entre los tres palos, dejando en tan sólo un susto el intento de remontada de los discípulos de Bogdan Wenta.

El brazo de Pascal Hens también tuvo mucho que decir en el tramo final del partido. El lateral del Hamburgo acabó con el atasco de su selección mediante dos latigazos marca de la casa. El extremo Jansen, el mejor alemán del torneo, colaboró con el cañonero -acabó el choque con un inmaculado 8 de 8 en el lanzamiento- y dio la puntilla a Polonia con un penalti de rosca y un veloz contrataque.

Mal partido de Bielecki

Los polacos, que echaron en falta la habitual aportación de Bielecki -su juego gira en torno a este jugador, que ayer firmó un pobre 3 de 12 en el lanzamiento-, no pudieron aguantar el último tirón del anfitrión. Al final, los germanos se llevaron el título en un partido digno de la Bundesliga alemana.

De hecho, el partido fue muy físico y las defensas se impusieron al ataque en muchos momentos del encuentro. Los árbitros fueron, quizás, demasiado permisivos con las retaguardias, ya que dejaron sin sancionar un buen número de contactos. Pero eso no favoreció de forma exagerada a ninguno de los equipos, ya que los dos se emplearon prácticamente con la misma contundencia. Basta decir que ocho de los dieciseís compontes de la selección polaca juegan en la Bundesliga y que están más que acostumbrados a ese juego tan físico.