El resultado cosechado ayer en San Mamés no hace justicia a los méritos realizados por los dos equipos, pero en el fútbol intervienen distintos factores y no tiene por qué ganar el que mejor lo hace. El Athletic se empeñó en sacar el partido adelante a base de coraje e ímpetu y se equivocó a la hora de centrar sus esfuerzos en atosigar al árbitro. Los rojiblancos miraron demasiado hacia Daudén Ibáñez, en vez de tratar de superar al Betis sin su «ayuda", porque con las ganas que demostraron lograron poner contra las cuerdas en numerosas ocasiones al equipo de Luis Fernández.

El Athletic debe de ser consciente de que, probablemente, a los estamentos arbitrales no les haga mucha gracia el conjunto rojiblanco y lo que representa, por lo que si pueden le van a perjudicar. Y cuando te empeñas en protestar todas las jugadas -tengas o no razón, porque al final es lo de menos-, si el árbitro se siente presionado, pasa lo que pasa. Decreta tres minutos de prolongación después de que Doblas se pase medio partido por los suelos y perdiendo el tiempo, y te quedas sin la posibilidad de rescatar un punto en el descuento.

Aunque es verdad que hubo numerosas jugadas polémicas dentro del área del Betis, salvo un par de ellas -penalti a Llorente y el agarrón y empujón a Urzaiz- las demás son muy dudosas, por no decir que no fueron. Si hace una semana no fue penalti la mano de Sarriegi, ahora no se puede pedir lo contrario incluso cuando el balón pega en el estómago de un defensor, para así machacar a unos colegiados que pierden la objetividad con demasiada facilidad. La ansiedad que provoca no poder ganar en San Mamés le jugó una mala pasada al Athletic cuando intentó, consiguiéndolo, que el público también arremetiera contra el árbitro al verse incapaz de marcar ante la portería de Doblas. Tratar de ganar al Betis de Luis Fernández con triquiñuelas, protestas y demás es un suicidio. Ellos se las saben todas y al final terminan por dejarte en evidencia, como sucedió en San Mamés.

Ya en el primer gol de Robert los rojiblancos reclamaron fuera de juego -aunque sin mucha convicción-, cuando el error nació de la propia defensa. En concreto, fue Sarriegi el que salió tarde y en vez de seguir al brasileño se quedó con la mano levantada mirando al linier.

Por la derecha

El de Lazkao, sin embargo, dispuso de una ocasión inmejorable para adelantar al Athletic unos minutos antes en un córner. Fueron los mejores momentos de los rojiblancos, que se fueron con descaro al abordaje y con dos expléndidos Javi Martínez y Expósito que entraban con facilidad por su banda.

Pero no acertaron y el gol escoció tanto que les costó un cuarto de hora levantarse. Cuando consiguieron romper el ritmo impuesto por un conjunto andaluz que comenzó a perder tiempo desde el minuto veinte, tuvieron contra las cuerdas al Betis y pudieron empatar antes del descanso con una falta de Yeste y otro par de internadas de Javi Martínez.

El camino a seguir estaba marcado, pero los minutos fueron pasando en la segunda mitad y el Athletic no conseguía empatar. Los ánimos se fueron encendiendo tanto que un jugador tranquilo y sereno como Iraola acabó desquicidado como el resto del equipo y el público, protestando al árbitro sin parar.

Urzaiz, de penalti

El Athletic dejó de utilizar la cabeza y tiró de corazón, dándose de frente contra el Betis por un nuevo error de concentración. Los rojiblancos recriminaron tanto al colegiado por un saque de banda que se olvidaron de defenderlo y Pancraté hizo el segundo en su debut en Liga con los verdiblancos.

A pesar de todo, el equipo de Mané insistió y consiguió recortar la diferencia de penalti. Urzaiz fue el encargado de lanzarlo por indicación de los técnicos. Sin embargo, era demasiado tarde y Daudén Ibáñez tampoco pensaba en alargar el partido para que se pudiera empatar en el último suspiro.

Por lo tanto, al Athletic se le sigue resistiendo San Mamés en su estreno en casa de la segunda vuelta, aunque ofrece señales de que es un equipo que está vivo y que cuando se centra sabe a lo que juega.