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Esos huesos

Las fotos en «The Times" no muestran sólo los huesos extenuados de Iñaki, sino también el miserable rostro de la dictadura española

Daniel C. Bilbao | Periodista

No escupió a su bandera/ ni doblegó sus hombros/ ni ha mentido canciones/ ni se entregó al Oscuro». (Marcos Ana)

Tuvo que ser un diario inglés el que pusiera negro sobre blanco el espeluznante caso de Iñaki de Juana. Las fotos en «The Times» no sólo muestran los huesos extenuados de Iñaki, sino también el miserable rostro de la dictadura española.

«No sabéis lo que es un hombre, sangrando y roto en un cepo/ Si lo supiéseis vendrías/ en las olas y en el viento/ desde todos los confines». (M. A.)

¿Qué dirían los cagatintas españoles y españolistas si la misma situación se reprodujera en Cuba o en algunos de sus demonios particulares? «El País», «El Mundo», «La Razón», «Abc»... nos aturdirían, vomitando sus inmundicias en las canaletas de la Brunete mediática.

«Español,/ más pudo tu envidia/ que tu honor,/ y más cuidaste el hacha que la espada... Hemos bajado el útimo escalón/ el que acaba en la cripta./ Mirad ahora hacia arriba/ por el pozo viscoso de la historia». (León Felipe)

Esos huesos que mostró el diario inglés son más poderosos que la pálida, gélida y asexuada mirada del presidente español y su estúpida sonrisa de nada. Es el máximo responsable de lo que ocurre con el rehén político vasco. Sus cómplices, lo que unos atrevidos llaman «justicia española», son operadores del Estado, funcionales a la estrategia de represión y exterminio.

«Yo no pido clemencia. Yo no pido/ con un hilo de voz descolorida/ perdón para la vida que me deben... Yo no pido clemencia./ Doy banderas./ Paso de mano el golpeado/ corazón de mi pueblo prisionero». (M. A.)

Este golpe que de Juana le ha dado al Estado español desnuda definitivamente a la absurda dictadura. Las frágiles denuncias de Amnistía Internacional, los burocráticos pedidos de los organismos europeos, los infructuosos planteos de partidos y organizaciones populares, resultan insignificantes frente al testimonio de esos huesos que alzan el puño en una foto de «The Times» como desde una barricada.

«Negociaréis la paz,/ mañana negociaréis la paz./ Con esa pluma larga de los abogados y de los estadistas,/ de los nuncios y de los cancilleres,/ de los agiotistas y de los banqueros;/ con esa pluma ubicua -garrocha y pértiga/ de los chalanes, de los cuervos y de los coyotes,/ con esa pluma que hunde su hocico de oro/ en un pozo de sangre, y en otro de betún.../ mañana se firmará la paz». (L. F.)

Creo en la inutilidad y la cobardía del presidente español a la hora de hacer historia, pero también en su disciplinada sujeción al verdadero poder, un poder guiado por un odio viejo y un pensamieno cavernario. Comanda un Gobierno cuyo único objetivo es gerenciar poderosos intereses económicos y cobrarse su parte. El pequeñísimo pueblo vasco es el objeto manipulado para traficar votos, en una derechizada sociedad española.

«Los sabios dicen «ah» y levantan el dedo/ mientras el hombre roto se desangra». (Roque Dalton)

La dictadura asentada en Madrid ya tiene escrito en la piel su destino. La vidriera, iluminada y convocante, oculta detrás la pobreza, los contratos basura, el desempleo, la explotación de indocumentados, el racismo. Ya son millones los que no quieren ser vasallos de la injusticia monárquica, y el miriñaque de la pobre Cenicienta de Europa, cruje.

«Tuya es la hacienda,/ la casa,/ el caballo/ y la pistola./ Mía es la voz antigua de la tierra./ ¿Cómo vas a recoger el trigo/ y a alimentar el fuego/ si yo me llevo la canción? (L. F.)

No pueden vencer a ese manojo de huesos, ¿cómo podrán contra un pueblo? «Porfiado en su optimismo/ el esqueleto se levanta/ y canta».

«Segùn piensan los señores/ no tengo donde cogerme /si a mí me matan es pazpero es guerra el defenderme». (Alfonso Sastre, «Euskadi en guerra»)

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