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De visones, visiones, visionados varios y mucho cine

Nuestra mirada nos induce a indagar y navegar por la memoria. Jugamos a reinventar la realidad que nos rodea. El cine nos ayuda a comprender el mundo, es nuestra linterna mágica. Vela por nuestras ilusiones, reinventa lo visto e interpreta el papel de seductor de miradas. Y nosotros, nos dejamos conquistar

 

 

Estrenamos espacio, y como podéis ver a la derecha de estas letras, nueva foto. Reconozco que la idea primigenia de crear un visor con las manos ha acabado atrapándome en el encuadre, pero entiéndanse y valórense las buenas intenciones de la fotógrafa al emular la idea de que, a través del ojo de esa cámara improvisada, podamos hacer alguna que otra polaroid sobre el séptimo arte y que se cuelen por aquí algunas de las historias de cine que circulan por las calles.

Muchas de ellas, desde ayer, se están gestando en Berlín. La Berlinale número 57 ha abierto las puertas de «la ciudad de los ángeles» al cine hasta el 28 de este mes. Proyecciones, debates, mercado, estrellas, fiestas y alfombra roja en un todo incluido. Un festival que abre la veda, tras el aperitivo de Sundance, y en el que se cocinarán algunos de los nuevos platos que más tarde degustaremos en la gran pantalla. Por allí se estarán viviendo incontables historias que probablemente nadie filmará. Y, como la realidad normalmente supera a la ficción, deduzco que no tendrán desperdicio. Supongo que habrá muchos periodistas malviviendo, jóvenes talentos (y no tanto) poniendo en práctica eso que ya se conoce como pitching, y que no es más que tratar de venderle a un productor tu película o proyecto para que lo financie, y sobre todo, habrá una infinidad de negocios en juego.

Allí las historias reales, las del «fuera de campo», raramente se difunden. Qué pena. Esto me hace recordar que a la mayoría de nosotros nos incomoda ser observados, pero que, en cambio, disfrutamos, aunque sea íntimamente, cuando miramos a los demás. Cuando fisgoneamos. Es cierto que resulta seductor mirar sin ser descubiertos y el cine es una de las artes que nos proporciona este placer: nos convierte en voyeurs de historias privadas, en asaltadores de las intimidades. Pero es mucho más que eso, porque, en la medida en que nuestra mirada nos induce a indagar y navegar por nuestra memoria, jugamos a reinventar la realidad que nos rodea. Necesitamos mirar, recordar para seguir viviendo, y las imágenes son parte de nuestros recuerdos. El cine nos ayuda a comprender el mundo, es nuestra linterna mágica. Es algo así como un compañero de viaje, vela por nuestras ilusiones, reinventa lo visto e interpreta el papel de seductor de miradas. Y nosotros, seres debiluchos, nos dejamos conquistar.

 

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

 

 

 

 

 

 

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