Raimundo FITERO

Ojo con las rimas. Son buenas, dan ritmo. Pero hay algunas rimas que no son de recibo. Por ejemplo, todo lo que rime con amor en un catorce de febrero es poéticamente basura. Ojo con las rimas, que hasta el Gran Wyoming se traba, porque hacer cada día una rima o un aleluya, es tan difícil como pensar cada cual con la suya. Rodando, rodando, por la alameda me fui paseando. Y eran las tres y cinco, y sin embargo me puse a dar un brinco. Quien no sabe usar su mando a distancia, o es un astrofísico o un campeón en vagancia.

Sí, es verdad, son las rimas las que nos llevan en volandas, como los dichos y la marlotadas son las que nos dan recursos populistas. Hombre refranero, o cura o pilonero. Estoy abducido. Tanto hablar del amor, tanto ver cómo la primavera se disfraza de corazón con minifalda, esperando que el azahar nos coloque las feromonas en un escaparate mejor iluminado, que solamente encuentro alivio circunstancial en todo aquello que en la televisión es perenne. Los telediarios, noticiarios, teleberris y sus lenguajes oficialistas, con sus esquemas absolutamente inamovibles. Siempre a favor del que gobierna, sea de día, de noche, llueva, haga viento sur o las ranas estén en peligro de extinción, siempre son ellos los que salen a no decirnos nada más que vaguedades.

El otro lugar en donde las rimas me asaltan hasta en lenguajes ignotos son los anuncios largos, los publirreportajes y sus soluciones para todo lo que en nuestra vida cotidiana se puede convertir en un agobio. Es otro lenguaje impreciso, para almas solitarias y en ocasiones tengo la sensación de que si ponemos la cinta al revés salen mensajes satánicos. Estuve a punto de llamar, pero después vi que existe una página web, por lo tanto, si me quieres encontrar ya sabes uno de mis posibles paraderos, ese lugar donde me venden un artilugio que con un simple chorrito de agua del grifo, una conexión a la electricidad, tengo «vapor seco». ¿Y para qué sirve esa maravilla de la contradicción? Pues para todo. Para limpiar los suelos, los alicatados, las alfombras, todo. Y en diez minutos tienes la casa como la de los bombones. Que también tiene buena rima. Adiós, prima.