El convenio en materia lingüística entre la Oficina Pública del Euskara (OPE) y el Gobierno de Lakua fue presentado como un gran acuerdo en pro de la promoción y desarrollo del euskara. Sin embargo, y sin poner en duda sus aspectos positivos, plantea serias dudas acerca de su idoneidad para ese cometido. Llama la atención que se venga a homologar en política lingüística una institución que carece de competencias al Departamento de Cultura de Lakua, estando como está absolutamente supeditada a las decisiones de París. Por otro lado, y como ayer denunció Seaska, cualquier decisión sobre ayudas al euskara en Ipar Euskal Herria queda a merced de la OPE, poniendo bajo control cualquier ayuda procedente del Departamento de Cultura de Gasteiz, toda vez que, a raíz del acuerdo, para solicitar subvenciones se habrá de recurrir a un único interlocutor. Y la experiencia de las ikastolas con la OPE ha sido claramente negativa, ya sea en materia de subvenciones ya por la actitud de esa oficina frente a las trabas que constantemente pone la Inspección Académica. Por último, la distancia entre puntos de vista es tan grande como la existente entre la oficialidad y el nulo reconocimiento de una lengua. El convenio, en definitiva, podría marcar el comienzo de un camino peligroso que algunos pretenden sea el de la desaparición del modelo D en Ipar Euskal Herria.