La marea rojilla que arribó pasado el mediodía a Burdeos desbordó las calles céntricas de la capital aquitana. Miles de aficionados se dieron cita en las vías de esta bonita ciudad para hacer sonar sus cánticos y dejarse notar. Con la llegada del casi un centenar de autobuses repletos de hinchas osasunistas, la gris mañana bordelesa se pobló de los colores azul y rojo.

Pero los hinchas navarros se toparon con una desagradable sorpresa: la gran mayoría de los bares de la parte vieja de la capital aquitana se negaron a servir alcohol, seguramente por alguna orden gubernamental previa. Pero hubo una nota todavía más negativa, ya que efectivos de la policía local intervinieron en la zona donde se concentraron los aficionados y detuvieron a una persona.