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Un joven preso en Langraiz muere por causas que aún no han trascendido

Según datos de Salhaketa, en la cárcel de Araba han fallecido 12 personas desde diciembre del año 2004, aunque el ritmo de muertes descendió en el pasado ejercicio coincidiendo con el cambio de Dirección.

Anjel ORDOÑEZ |

 

Un joven preso murió el pasado sábado en la cárcel de Langraiz, según la información hecha pública por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio español de Interior, que no facilitó la identidad del fallecido. La muerte se produjo en circunstancias que aún no han trascendido, aunque varios medios informativos apuntaban ayer que el cadáver apareció en su celda sin signos aparentes de violencia.

No obstante, ni la familia del fallecido ni el colectivo de apoyo a presos Salhaketa confirmaron ningún extremo de las informaciones aparecidas. Los allegados del preso manifestaron explícitamente su deseo de mantener la máxima discreción respecto a los detalles que rodean al caso, petición que ha sido respetada escrupulosamente por Salhaketa.

 

Estadísticas reveladoras

La muerte de este joven preso es la primera que se registra en una cárcel vasca en lo que va de año. No obstante, las estadísticas de los últimos años dibuja un panorama desolador, que solamente en 2006 parece haber comenzado a corregirse.

Desde el 15 de diciembre de 2004 -jornada fatídica en la que, con apenas unas horas de diferencia, aparecieron muertos dos reclusos en sus respectivas celdas en Langraiz- en esta prisión han fallecido doce personas por causas consideradas como no naturales.

En el conjunto de Euskal Herria, esta cifra se eleva hasta las 19 personas si se computan a aquellos que dejaron sus vidas en alguna de las prisiones vascas (cuatro en Martutene, dos en Iruñea y otra en la Unidad de Custodia Especial del Hospital de Basurto). Además, en el mismo periodo, tres reclusos vascos murieron en cárceles del Estado español.

Las causas de las muertes comprendidas en esta estadísticas son variadas, aunque predomina el suicidio mediante ahorcamiento. No obstante, el factor que más define a los presos fallecidos en prisión es su juventud. La media de edad se sitúa en los 32 años; el mayor de ellos tenía 42 años y el más joven 21.

Salhaketa no duda en calificar de «bienio negro» el que comprende a los años 2004 y 2005 en la cárcel de Langraiz, no sólo por la alta mortandad registrada, sino también por los incluso más frecuentes casos de abusos sexuales y denuncias de palizas salvajes a los internos.

Esta situación parece encontrar en 2006 un punto de inflexión con el abandono de sus cargos de los que en el anterior periodo fueran director y subdirector de seguridad en este centro. Contra éstos se presentaron sendas denuncias -cuyo archivo inicial por el Juzgado de Instrucción ha sido recurrido por Salhaketa- por parte de cuatro presos, por presuntos delitos de prevaricación, amenazas, vejaciones e inducción al suicidio.

Desde el colectivo de apoyo a presos Salhaketa, aún sin restar un ápice de importancia a las muertes que se producen, destacan que el año pasado -en el que tomó posesión de su cargo el nuevo director- se contabilizaron cuatro fallecimientos, una cifra similar a la que se anulamente se registra en cárceles de características semejantes a la alavesa.

Además, también han disminuido drásticamente el número de denuncias por abusos sexuales y palizas.

máxima discrección
Los familiares del fallecido han expresado su deseo de que los detalles de la muerte se mantengan al margen de los medios de comunicación.
estadística
Desde diciembre de 2004 han muerto 19 presos en las cárceles de Euskal Herria. 12 de ellos dejaron sus vidas en alguna de las celdas de Langraiz.

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