No estarán solas
Las mujeres saharauis luchan conscientes de la importancia de su contribución en la lucha de todo un pueblo por su libertad e independencia
Arantza Chacon y Josu Oskoz
Miembros de la Asociación de Amigos de la RASD y de Euskal Fondoa
Hace más de treinta años que el Ejército marroquí, con el vergonzante silencio de la comunidad internacional, condenó al pueblo Saharaui a la guerra, al exilio en los campamentos y al apartheid en los territorios ocupados del Sáhara Occidental.
La población civil fue bombardeada con napalm y bombas de fragmentación. Una guerra atroz les fue impuesta durante 17 años al tiempo que la represión, tortura y desapariciones forzosas se convertían en habituales en los territorios ocupados -con un importante componente de violencia sexista contra las mujeres que corroboran los datos: el 35% de las personas desaparecidas son mujeres-, y sin embargo, el Pueblo Saharaui nunca ha perdido la esperanza de que un día conseguirá vivir en paz y libertad, manteniendo una lucha desigual y buscando siempre actuar desde la no violencia.
Así, desde 1975, 170.000 personas sobreviven en los campamentos con la dramática reducción de la ayuda humanitaria por parte de los organismos internacionales responsables, mientras que otros miles de mujeres y hombres luchan en las zonas ocupadas, aislados del mundo exterior por un muro de are- na rodeado de campos de minas, alambre de espinos y soldados.
En este contexto, las mujeres saharauis, a ambos lados del muro de la vergüenza que divide el Sáhara Occidental, luchan arriesgando sus vidas y las de sus familias, conscientes de la importancia de su contribución en la lucha de todo un pueblo por su libertad e independencia.
No sólo constituyen una parte fundamental en la lucha de liberación y la búsqueda de alternativas de resistencia sino que también se constituyen, a través de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, en un pilar básico para el sostenimiento de las estructuras sociales y comunitarias, asumiendo buena parte del trabajo en salud, educación, alfabetización, fortalecimiento del tejido productivo... al tiempo que demandan el espacio para el desarrollo de sus capacidades y de los intereses estratégicos de las mujeres y no la mera satisfacción de sus necesidades, en una pelea que, teniendo en cuenta el contexto social en el que se produce, merece admiración y respeto.
Hay que destacar el esfuerzo de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis por impulsar procesos de empoderamiento individual y colectivo. Piezas de estos procesos son la apuesta por la construcción, dotación y mantenimiento de las Casas de las Mu- jeres en las diferentes ciudades saharauis. También, la celebración en abril del V Congreso de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, un espacio de reflexión sobre las conquistas de las mujeres saharauis y un espacio, también, para confrontar planteamientos políticos y estratégicos que definirán el futuro de la organización. Todo ello en un contexto marcado por la drástica disminución de la ayuda humanitaria de los organismos internacionales a los campamentos, la continua violación de los derechos humanos en las zonas ocupadas y la pasividad de las Naciones Unidas para imponer la legalidad internacional.
Tenemos una nueva oportunidad para mostrar nuestra soli-daridad con estas incansables luchadoras. Y desde aquí les decimos, no estáis solas.