El 18 de junio de 1976, a las 20.50, una terrible explosión sacudió Etxarri-Aranatz. La deflagración se produjo en las llamadas «casas baratas» de esta localidad de Sakana. Cuando los vecinos llegaron, encontraron una imagen dantesca de restos humanos diseminados en un almacén destruido por completo. Cinco personas habían perdido la vida al instante.

En el primer momento se especuló con la opción de que se hubiera tratado de una explosión de butano, pero no tardó en descubrirse que la causa era otra: un obús abandonado por el Ejército español que había sido recogido por un vecino, como chatarra, en algún lugar de la sierra de Andia. La prensa dio cuenta de que inmediatamente soldados españoles se llevaron otras cinco bombas similares y las explosionaron fuera de la localidad.

Los ecos de esta explosión se apagaron muy pronto. Y estas víctimas han quedado olvidadas hasta hoy. El historiador Iñaki Egaña recuperaba recientemente la historia en un artículo de prensa. Entre ellos habían dos niños: José Luis Luis, de seis años, y Jesús Miguel Zeberio, de once. Falleció también el padre del primero, Saturnino Luis, de 43 años, nacido en la vecina localidad de Lizarraga-Ergoiena. También Segundo Maiza, etxarriarra de 71 años y abuelo de Jesús Miguel Zeberio. Y María Gloria Pejenaute, una vecina de Milagro de 58 años.

De Andia a las Bardenas

Las autoridades y los medios echaron pronto tierra sobre el asunto, con la misma celeridad con la que los militares se llevaron los obuses del pueblo. Del artefacto sólo se supo que pesaba unos veinte kilos.

El riesgo, con todo, no era nuevo. La meseta de Urbasa había sido usada frecuentemente por el Ejército para sus maniobras, y se había denunciado que en el lugar quedaba numeroso material explosivo. De ello se hizo eco el Ayuntamiento de Etxarri-Aranatz, que exigió en pleno «la adopción de medidas inmediatas para retirar las bombas de la sierra de Andia» y «que desaparezca la zona de maniobras».

Por aquel entonces, sin embargo, la mayor parte de los temores se centraban en las Bardenas. Y no era para manos. Según datos recogidos en el Senado por Jaime Ignacio del Burgo, entre 1970 y 1980 en el polígono de tiro se habían realizado nada menos que 238.640 ejercicios. En 1990, otro electo nada sospechoso de UPN, José Javier Viñes, informó de que se producían 100 vuelos diarios de reactores con cinco pasadas rasantes. El 75% correspondían a aviones del Ejército de los Estados Unidos. Y pese a los constantes desmentidos oficiales, en 1992 una publicación oficial del Ministerio de Defensa admitía la realización de entrenamientos de combate aire-aire, los más peligrosos. Así narra- ba el llamado ejercicio Passex, en el que participaron naves españolas y estadounidenses el 17 de diciembre: «Para entorpecer la ofensiva, cuatro aviones españoles (dos F-18 y dos F-1) asumieron la defensa aérea de la zona. Durante varios minutos los aparatos se enzarzaron en una lucha incruenta (...) Los interceptores derribaron varios aparatos de la formación atacante (...) En el combate aire-aire los aviones pasan de los diez kilómetros de altura a ras de suelo en cuestión de segundos».

No es de extrañar pues que la historia del polígono de tiro abierto en 1951 y cuyo contrato de uso fue prorrogado en 2001 hasta 2008 esté jalonada por las tragedias, hasta el punto de provocar una veintena de muertos, además de varias caídas de proyectiles y otras partes de las aeronaves. Desde la explosión de la bomba que mató a un pastor de Arguedas en 1955 hasta la colisión de dos F-18 en el aire en marzo de 2000 a apenas dos kilómetros de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Sólo un segundo más tarde y los aparatos habrían caído sobre el casco urbano de esta localidad de 15.000 habitantes.

Lizarraldea, zona de vuelos

El accidente del pasado 29 de enero que costó la vida a tres militares se produjo a seis kilómetros del casco urbano de Sesma, pero muy cerca de la carretera NA-129. Se trata de una zona en la que los ejercicios militares españoles son frecuentes y, como ha reconocido el alcalde del PSN, Pedro Mangado, no tienen aviso previo la mayor parte de las veces: «Normalmente, son aeronaves que simplemente sobrevuelan las fincas y, como mucho, se posan en los campos. Alguna vez que se han realizado maniobras de más envergadura se han comunicado al Ayuntamiento, pero para estos vuelos rutinarios nunca nos han avisado», explicaba el mismo día de producirse el siniestro.

El percance ha sacado a la luz la existencia de ejercicios militares también en esta zona de Lizarraldea. Los helicópteros parten del acuartelamiento de Agoncillo, en La Rioja, y realizan vuelos por el lugar, aprovechando su orografía suave. En este caso se trataba de un Cougar HT-21, el mismo modelo que se estrelló el 16 de agosto de 2005 en Afganistán, durante un vuelo táctico, provocando la muerte de diecisiete soldados españoles. Por el momento, ni siquiera existe una versión oficial sobre el motivo del siniestro; el informe preliminar se limita a indicar que no se trató de un problema técnico.

El trágico accidente ha vuelto a poner de relieve la inseguridad de este tipo de vuelos, que durante décadas han sobresaltado especialmente a los vecinos de Erribera. Aunque en los últimos años la actividad en las Bardenas es menor, puntualmente los aviones siguen rompiendo la barrera del sonido.

Las Bardenas, caso abierto

El reto inmediato sigue siendo el polígono de tiro de las Bardenas, la única instalación en la que los aviones militares pueden ensayar con fuego real en todo el Estado español. La gran oportunidad para el desmantelamiento exigido por todas las instituciones posibles pasó en 2001, cuando caducó el convenio de uso firmado en 1951 por una vigencia de 50 años. Tras meses de intenso litigio, la mayoría de la Comunidad de Bardenas formada por los llamados «congozan- tes» decidió una prórroga a cambio de que el Ministerio de Defensa multiplicara por diez el canon anual abonado hasta la fecha.

Como ocurriera entonces, el eterno presidente de la Junta de Bardenas, el ex diputado de UPN José Antonio Gayarre, ha comenzado la campaña de presión dialéctica al Gobierno español, aunque vistos los precedentes entre la oposición nadie duda de que el objetivo no es el desmantelamiento, sino el dinero. Recientemente espetó al ministro de Defensa, José Antonio Alonso, que «el polígono está aquí desde 1951, en tiempos de Franco, y es inconstitucional, como la estatuta de Franco que dice que hay que quitar de la academia militar de Zaragoza».