Mogadiscio se sumerge en el caos tras la retirada islamista ante el ejército etíope
Ataques con armas de fuego, violaciones y crímenes por un simple teléfono móvil: la capital somalí, Mogadiscio, sufre el reinado de una ola de violencia que ha sustituido al poder de los islamistas, expulsados por el Ejército etíope y sus aliados nativos.
Mustafa HAJI ABDINUR
Testigos de ataques con fuego de mortero casi diarios -atribuidos por las autoridades a la guerrilla islamista- sobre una capital en ruinas después de 16 años de guerra civil, los habitantes de Mogadiscio se enfrentan actualmente a un grave desafío: la inseguridad reinante, que te puede costar la vida por un simple teléfono móvil. Una situación que contrasta claramente con el período de medio año en el que la Unión de Tribunales Islámicos controlaba la capital y logró imponer la seguridad en sus calles.
«La ciudad ha retrocedido a 1992. En aquella época, las milicias se mataban y violaban mutuamente. Se diría que hemos entrado en una máquina del tiempo y retrocedido a aquella época», narra desolado un habitante de Mogadiscio, Hussein Mohamed Shiniyow, que vio el pasado jueves cómo dos hombres mataban a tiros a un joven delante de la mezquita Salama.
Sólo durante aquella tarde, al menos cuatro personas murieron en enfrentamientos y otras seis resultaron heridas.
Las armas de guerra son legión en la ciudad y han llegado más desde la retirada de los islamistas. El Gobierno, creado por la ONU en Kenia y que llegó a caballo de las tropas etíopes hasta la capital, ha dado marcha atrás en su programa de desarme de las milicias de los «señores de la guerra», poder local sin el cual, junto con el Ejército de Etiopía, su poder sería de papel.
Los vehículos de transporte público han dejado de circular por la noche debido al incremento de los asaltos armados, carjackings. De todos modos, las calles se quedan vacías todos los días a partir de las 6 de la tarde. «Los vehículos son asaltados or hombres enmascarados que luego los desmontan para vender las piezas», explica un propietario de minibuses, Ibrahim Sheikh Hassin, que ha tenido que pagar 350 dólares (267 euros) para poder recuperar uno de sus vehículos robados.
Violencia contra las mujeres
Esta ola de violencia castiga con especial virulencia a las mujeres, víctimas habituales de violanciones por parte de hombres armados, según los testimonios recogidos en la capital somalí. «Hay bandas armadas por todas partes en Mogadiscio y nadie protege a los civiles. Lo único que nos queda es rezar para que Alá nos salve de los criminales», asegura Oald Ahmed Farah.
Frente a este incremento de los delitos, algunos han optado por abandonar la ciudad., Otros, habituados al caos y a los enfrentamientos entre los «señores de la guerra» no descartan esta posibilidad.
«Estamos pensando irnos de la ciudad, porque no se puede sobrevivir entre las bandas que matan a cualquiera y los enfrentamientos entre la guerrilla islamista y las tropas del Gobierno», explica Halimo Ado Sheikh, madre de tres pequeños. Ella cuenta que vio a cuatro personas morir en una reyerta por un teléfono móvil.
El Gobierno «de transición», no duda en atribuir esta ola de violencia a los milicianos de los Tribunales Islámicos que luchan contra sus aliados, los ocupantes etíopes, desde la clandestinidad en la capital. «Esto sólo puede ser obra de elementos cercanos a los islamistas», asegura. Elementos «que no pueden cambiar el curso de la historia de la Somalia moderna», añade.
Una Somalia «moderna» que contrasta con la «paz civil» que registraba Mogadiscio cuando los islamistas controlaban tanto la capital como gran parte del país.
Islamistas que, al margen de otro tipo de comparaciones, emularon a los talibán afganos que, en 1996, y tras varios años de guerra y sangría entre «señores de la guerra» surgidos de la lucha contra los ocupantes soviéticos, llevaron la «pax islámica» a Kabul.
Los islamistas somalíes fueron desalojados del poder por iniciativa de Washington, aliado de los mismos «señores de la guerra» que siembran de violencia ahora las calles de la ciudad. Los talibán fueron desalojados del poder por los bombardeos estadounidenses tras el 11-S.
Talibán y Tribunales Islámicos protagonizan ahora una guerra de guerrillas. Y esperan su nueva oportunidad de la mano del hastío de sus respectivas poblaciones.