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Aparentando ser éticas, resultaron patéticas

No habían terminado la frase y un bosque de manos erizadas se alzaba pidiendo la palabra. La ira salía a borbotones de los escaños

Jesús Valencia

Educador Social

 

El salón de plenos lucía su habitual esplendor. Las cámaras enfocaban a sus señorías y los ojos de todas ellas se centraban en EHAK. No porque el parlamentario Julián deslumbrase con algún novedoso Armani. O porque «las nekanes» se hubieran acicalado con embriagadoras fragancias de Chanel. El motivo era otro. Este grupo había propuesto al Parlamento visitar a Iñaki de Juana y exigir su inmediata libertad.

Los ponentes, al desfilar por la tribuna, miraban de arriba abajo a las referidas «camaradas». Que nadie intuya el mirar morboso de quien trataba de desnudarlas. Al contrario, las imaginaban despojadas de todo ropaje democrático e intentaban cubrirlas con sus consejos.

-No os tomaremos en cuenta, les increpaba el PP, ya que tenéis vuestras manos manchadas de sangre.

-No hablemos de preso político, argumentaba el PSOE. De Juana está preso por delitos de terrorismo. Vosotras carecéis de autoridad mientras no condenéis a ETA.

-No podemos olvidar, matizaba el PNV, que Iñaki es un criminal sanguinario. Pudiéramos ser magnánimos si apreciásemos en él algún gesto de arrepentimiento... Nuestro partido, de impecable tradición democrática, no hace guiños a quien ha practicado la violencia. Debéis colaborar en la erradicación de esta lacra.

Llovían parecidos argumentos, hasta que el grupo proponente, sin perder la compostura, recomendó a sus señorías que acabasen con tanta verborrea y que hicieran algo por un vasco injustamente condenado a muerte. ¡Imperdonable osadía! No habían terminado la frase y un bosque de manos erizadas se alzaba pidiendo la palabra. El protocolo no admitía tanta intervención y la ira salía a borbotones de los escaños: ¡Si serán asquerosas¡ ¡Guarras! ¿Quiénes se han creído que son para venir a darnos lecciones?

A continuación, llegó la propuesta del tripartito exquisitamente razonada: «Dada nuestra sensibilidad, consideramos desmedido el castigo; quizá dos años y cuarto por razones humanitarias...». «Desde nuestra acendrada ética... no procede visitarle». «La fabricación de pruebas crea mártires y aviva la violencia. Nosotros, enemigos de la crispación social, optamos por métodos más eficaces: ignorar al recluso y reprimir en la calle a sus seguidores...», «Nuestro respeto a la judicatura no nos permite reclamar la libertad...».

Al finalizar el cónclave de la hipocresía, interviene la presidenta. «Hago una invitación formal a la manifestación de mañana...». Sus señorías murmuran desconcertadas: «¿No recordará que está prohibida?...». «Conozco de buena fuente que la policía va a repartir leña sin miramientos...». Alguien pasa una nota a la presidenta que matiza sonriente. «No me estaba refiriendo a la manifestación de Donostia, convocada por los violentos y acertadamente prohibida. Nuestro sitio está en Bilbao, para realizar juntos un nuevo gesto por la paz».

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