«Washington Post" dedica un artículo a la situación política en Euskal Herria
El proceso abierto a raíz del alto el fuego de ETA «se tambalea" a consecuencia del atentado del pasado 30 de diciembre en Barajas. Ésa es la conclusión principal que extrae el rotativo estadounidense en un trabajo periodístico que recoge la opinión de varios dirigentes políticos.
GARA |
«Washington Post» publicó en su edición de ayer un artículo dedicado a la situación en Euskal Herria y al estado del proceso político tras el atentado de ETA el 30 de diciembre en el aeropuerto de Barajas. El trabajo periodístico recoge valoraciones de dirigentes políticos de distintas formaciones, representantes institucionales e, incluso, un antiguo alto funcionario del Ministerio de Interior español.
En la información, titulada «El proceso de paz español se tambalea tras el atentado», el diario reproduce manifestaciones del mahaikide Joseba Álvarez, quien considera que la acción armada se habría evitado si el Gobierno español «hubiera hecho lo que acordó», en referencia a lo pactado entre el Ejecutivo español y ETA. Además, recuerda que el 18 de agosto esta organización «dijo públicamente que el camino para la paz estaba bloqueado, y que si no había nuevos movimientos, algo podría pasar».
«Sin ETA no habría proceso de paz», agrega el dirigente de Batasuna aludiendo al alto el fuego indefinido en vigor desde marzo pasado.
El rotativo también recabó la opinión del PSOE, concretamente la de su portavoz en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido. «Era lógico pensar que ETA estaba preparada para abandonar las armas y la violencia», señala para defender la estrategia mantenida por su partido y el Gobierno de Zapatero. Tras el atentado en la T-4, dice que se ha abierto un escenario diferente: «Después de eso, el Gobierno anunció el fin del diálogo y del proceso de paz».
Para el PP, el problema reside en que «cuando el presidente del Gobierno dijo que primero habría paz y después política, en realidad dijo a ETA que por primera vez en 40 años existía la posibilidad de pagar un precio político por la paz». Según afirma Gustavo de Arístegui, «en mitad del proceso el Gobierno dio claras muestras de una política de apaciguamiento, con la voluntad de hacer casi cualquier cosa para que ETA se sentara en la mesa de negociación».
«Washington Post» también reproduce declaraciones de la portavoz del Gobierno de Lakua, Miren Azkarate, quien resalta que el atentado «no sólo destruyó el proceso de paz», sino también «cualquier tipo de credibilidad que ETA pudiera tener». En esa línea, añade que la única forma de que recupere esa credibilidad es «que inicie un proceso de desarme total».
Un «antiguo alto funcionario» de Interior, que sólo accedió a hablar bajo anonimato, manifiesta que «las principales secciones antiterroristas en España decían que ETA habría desaparecido para esta primavera». Por ello, lamenta que «Za- patero dio poder al grupo y creó expectativas para un compromiso que no pudo cumplir».