Soporté las noticias dos o tres minutos porque hablaban del juicio del atentado del 11-M. Por más que me esforcé, no encontré a «Aznar y compañía» en el banquillo de los acusados. Una vez más en los juicios faltan los principales responsables de guerras y atentados. Tampoco hubo noticias en las que se mencionara a algún responsable de las últimas deportaciones de cientos de inmigrantes y de las verdaderas causas de que muchos de nosotros huyamos desesperados de guerras, invasiones y miseria, intentando llegar al supuesto Primer Mundo a vendernos como los nuevos esclavos del capitalismo.

Mueren cientos de inmigrantes al año queriendo llegar a las costas españolas y nadie se quiere enterar. No hay políticos ni reyes ni príncipes pidiendo disculpas en sus países de origen, no hay pésame ni ayuda para sus familias, sólo se crean leyes y reformas carcelarias para inmigrantes, igual que se crean leyes y reformas de ley para que ahora a cualquier vasco o inmigrante se nos acuse de terroristas o delincuentes.

Las leyes se adaptan a los intereses de quienes tienen el poder, y quienes tienen el poder demuestran que no están respetando a quienes les dan ese poder. Los políticos nos mueven como piezas de ajedrez, y disfrutan haciendo «jaque mate». Hay fiebre de elecciones y, en lugar de ofrecer programas interesantes, no hacen más que aumentar odios y conflictos entre quienes les mantienen en el poder.

No es una guerra entre vascos y españoles, ni es una guerra entre vascos e inmigrantes. Debemos entender que la guerra es contra sistemas políticos, contra injusticias sociales, contra la corrupción, contra el hambre y las guerras, contra lo que no funciona bien en el mundo y en la sociedad. Tampoco se trata de religión, donde se espera el perdón y el arrepentimiento. Se trata de entender las causas y consecuencias de un conflicto, aceptar que todos estamos afectados y que es hora de parar, dialogar y comenzar a construir una sociedad con menos conflictos y menos injusticias para todos. El perdón y el arrepentimiento es religioso y es demagógico. Se trata de entender y comprender lo que ya no funciona en esta sociedad, se trata de inteligencia intelectual, emocional y, sobre todo, inteligencia social para buscar la manera de poder vivir y convivir en un mismo espacio y en una misma época de forma sana e inteligente.

La guerra entre partidos políticos y políticos está generando aun más odio y conflicto. Y, sobre todo, está dificultando el posible diálogo para buscar juntos la paz, con riesgo de que los ciudadanos dejemos de creer en votos y elecciones, en partidos políticos y en políticos. Ya estuvo bien de paranoias, demagogias y mediocridades políticas. Respeto para todas las personas, seamos blancos o negros, vascos o inmigrantes. Los individuos, colectivos, autoridades religiosas y políticas somos responsables de parar la guerra entre políticos y de garantizar una sociedad menos injusta y caótica.