ocupación de Afganistán
Mensaje talibán fuerte y directo al vicepresidente de EEUU, Dick Cheney
Un talibán se hizo explotar en la entrada de la base de Bagram, corazón de la ocupación estadounidense de Afganistán donde se hallaba pernoctando el vicepresidente, Dick Cheney. El atentado, que dejó al menos catorce muertos -entre ellos dos estadounidenses y un surcoreano- supone un fuerte mensaje a Washington en vísperas de su iniciada ofensiva de primavera y muestra el grado de penetración de la resistencia en los servicios secretos afganos.
GARA | BAGRAM
Al menos 14 personas, entre ellas un soldado y un mercenario estadounidense y un militar surcoreano, murieron cuando un kamikaze hizo explotar la carga adosada a su cuerpo al ser interceptado en la entrada principal de la base de Bagram, cuartel general del Ejército estadounidense situado 60 kilómetros al norte de la capital, Kabul.
Un portavoz talibán, Qari Yusef Ahmadi, reivindicó el ataque, uno de los más mortíferos desde la retirada talibán en diciembre de 2001 y que tuvo lugar a las 10:00. «Sabíamos que Cheney podría estar en la base».
Su visita había sido mantenida en secreto y rodeada de medidas de seguridad tan estrictas como las que rodearon la visita del presidente, Bush, en marzo a Pakistán y Afganistán.
«Esto muestra que (la resistencia) se ha infiltrado en los servicios secretos afganos. Es un atentado muy revelador», asegura el más eminente experto paquistaní en temas de defensa, el general Talat Masood.
Ataque «a tomar muy en serio»
El paquistaní Ahmed Rashid, autor de varios libros sobre los talibán, coincide en que el atentado es una «provocación a tomar muy en serio (...) Ellos esperaban una visita de grueso calibre para atacar. Rodeada de un gran secreto, la llegada de Cheney era conocida en círculos muy restringidos de Kabul e Islamabad», capital de Pakistán.
«Debían tener información desde hace días. Esto no se improvisa en 12 horas», coincidió un alto mando de los servicios secretos paquistaníes.
Cheney narró a los periodistas que «escuché una fuerte explosión y, tras informarme, los servicios secretos me han llevado a un refugio antibomba».
El vicepresidente, adalid del más duro belicismo en la Admnistración Bush, trató de quitar hierro al ataque -«he desayunado muy bien», señaló- y decidió mantener su previsto viaje, con medidas de seguridad redobladas, a Kabul, donde se entrevistó con el presidente títere, Karzai. Cheney adelantó, eso sí, su viaje a Omán y no volvió a la atacada base de Bagram, donde tenía previsto pernoctar ayer.
Llegado a Pakistán en visita sorpresa, Cheney urgió al general golpista y presidente, Pervez Musharraf, a que ataque a la resistencia afgana en lo que considera su retaguardia, las provincias pastunes fronterizas.
Un alto responsable paquistaní confirmó que Washington presiona para que Islamabad se anticipe a la ofensiva de primavera talibán con un ataque inmenente a la zona tribal. Y presiona fuerte, «porque sabe que si no obtiene lo que quiere, el control de la situación en Afganistán se le escapa de las manos».
Pero «el riesgo de una aventura militar en la zona tribal es igual de alto para Pakistán». advierte, porque la rebelión «podría volverse contra Islamabad y desetabilizar el país», recuerda, reforzando su tesis con los seis atentados suicidas registrados en Pakistán sólo en el último mes.