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mikel insausti

«The Host" El monstruo del río Han

Mi conocida debilidad por el cineasta coreano Bong Joon-ho me hace temer no ser tomado en serio al hablar de su última película, sobre todo si digo que «The Host» es la mejor monster movie que se ha hecho desde el clásico de los años 30 «King Kong». No es una opinión, es más bien la sensación que experimenté tras verla como primicia en la sesión de clausura de la Semana Fantástica y de Terror donostiarra. La emoción del momento fue doble, porque venía a confirmar el descubrimiento internacional que en su día hizo en la misma ciudad Zinemaldia, cuando se la jugó con la incomprendida «Barking Dogs Never Bite», para después conseguir la aceptación general a la segunda con el personalísimo thriller policial «Memories of Murder».

«The Host» ilustra de forma espectacular las paranoias de la sociedad tecnológica, a partir de una premisa genérica obligada como un vertido tóxico de un laboratorio norteamericano en un país extranjero. Algo que sucedió realmente en Corea no hace tanto tiempo, cuando en el río Han, que atraviesa la capital Seúl, se encontraron especies desconocidas de peces mutantes. La crítica política contenida en la película habla de esa injerencia de la mayor potencia occidental en territorio asiático, pero también de la ineptitud del mediatizado gobierno local. Esta vez, el característico humor costumbrista del joven autor se adapta de forma extraordinaria a las proporciones gigantescas del relato, ironizando aún más, si cabe, sobre las relaciones internacionales. La embajada de los EE.UU. no se pronunció con motivo del estreno coreano de «The Host», pero habrá que ver el giro que dan al relato en el inevitable remake de Hollywood.

Frente a las monstruosas administraciones que convierten al ciudadano en un insecto o gusano que ha de ser pisoteado, se erige el ejemplo heroico de una familia disfuncional que, pese a sus diferencias, no dudará en sacrificarse individualmente, uno por uno y sin excepción, en la lucha contra el enemigo común. Los momentos de comedia pueden recordar a «Pequeña Miss Sunshine», aunque los torpes personajes de «The Host» tienen una dimensión marginal que resulta más entrañable en su divertido y simpático caos interno.

Las escenas de masas tienen lo nunca visto, que es vida interior, gracias a un sorprendente aliento poético inspirado, según las palabras del propio Bong Joon-ho, en los encierros de los Sanfermines, sólo que sustituyendo el toro por la enorme criatura anfibia resultante de tan horrible mutación. Las carreras no tienen desperdicio, al igual que el diseño de Gwoemul, llamado a desbancar a otros monstruos precedentes incluidos los del cine japonés como Godzilla, en la medida en que no se dedica a destruir edificios de manera sistemática y a perseguir a multitudes anónimas. Aquí las personas a las que ataca tienen un rostro humano reconocible y el espectador se identifica con ellas, con sus penurias cotidianas y sus pequeñas ilusiones.

El amigo Bong Joon-ho ha venido a aplicar a las películas de monstruos el tipo de simbología utilizada por Ang Lee en «Hulk», con respecto a las de superhéroes. Y también hay -¿por qué no?- un estudio sicológico de la dificultad para discernir racionalmente entre lo que es verdad y lo que es mentira, entre la realidad y la ficción. Los gobiernos practican el engaño hasta que la población acaba pagando las consecuencias de sus montajes a gran escala, sin que se sepa a ciencia cierta cómo sobrevivir a la intoxicación informativa y a los miedos colectivos que genera.

Ficha

Título original: «Gwoemul».

Dirección: Bong Joon-ho.

Intérpretes: Song Kang-ho, Byun Hee-bong, Park Hae-il, Bae Doo-na, Ko A-sung, Lee Dong-ho, Lee Jae-eung.

Música: Byengwoo Lee.

Fotografía: Kim Hyung-goo.

Montaje: Byengwoo Lee.

País: Corea del Sur, 2006.

Duración: 119 minutos.

Género: Fantástica.

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