GARA > Idatzia > Zinema

Voces silenciadas, testigos de la realidad

«La revolta permanent", de Lluís Dánes, es el ejemplo de cómo una idea primigenia puede ser mejorada gracias a atreverse a salir al trazado y escuchar a los personajes y sus historias. El documental, testigo comprometido de los acontecimientos del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, nos habla de la permanencia del recuerdo

 

 

Cada vez más, la realidad reclama ser atendida. Tal y como hicieran ya en su momento los neorrealistas, numerosos realizadores de nuestro tiempo se interesan por mostrar lo que sucede a su alrededor. Transformados en investigadores sociales, juegan a desvelar mediante las imágenes aquella parte de la realidad que se mantiene en la sombra. Historias de barrio, retratos personales de acontecimientos políticos y sociales... La utilización de la cámara al hombro muestra muchas veces aquello ante lo que la sociedad cierra los ojos. Todo lo que nos rodea «brilla» ante un objetivo, si somos realmente capaces de observar atentamente.

Gracias al abaratamiento de los costes de producción y de las nuevas posibilidades que ofrece el formato digital, hoy en día un mayor número de personas puede convertirse en «documentalista». Y, quizá movidos por esta multiplicación de puntos de vista, muchos realizadores consagrados dejan a un lado la pretensión idealizada de la objetividad para recuperar así interesantes cotas de libertad. Puede que, como resultado de este despojarse de los corsés objetivistas, aumente en consecuencia el interés del espectador por este género. Ahora no se oculta el hecho de que en cada película reside una forma particular de mirar la realidad.

«La revolta permanent», de Lluís Dánes, además de un estupendo documental, es el ejemplo de cómo una idea primigenia puede ser mejorada gracias al hecho de saber dejarse llevar, de atreverse a salir del camino trazado y escuchar a los personajes y a sus historias. «La revolta permanent», testigo comprometido de los acontecimientos del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz, nos habla de la permanencia del recuerdo.

Persigue esa parte de la verdad que trató de ocultarse y, para ello, recurre a la emoción que generan las canciones de Lluis Llach y los recuerdos que han marcado las vidas de las familias y de las víctimas de los sucesos. Elegantemente, cede el paso a la voz, a los rostros de los protagonistas. Cada secuencia es delicada y respetuosa con la historia y sus recursos cinematográficos son sobrios al mismo tiempo que elegantes, como la sábana que cuelga en el tendedero de un tejado mecida por el viento, sirviendo de improvisada pantalla para la enérgica y cálida voz de Llach cantándole al pueblo, en la noche. Mañana tenéis una cita con la realidad, en Gasteiz.

 

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

 

 

 

 

 

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo