David Trueba Estado español.

(...) No conozco al futbolista Oleguer y no creo que su artículo de opinión sobre el asunto de De Juana merezca una petición de cárcel de 96 años o un escarnio popular teledirigido (...) Es cierto que a los futbolistas no se les permite ejercer de personas con opiniones propias y sus únicos intereses deben residir en follarse modelos y promocionar relojes, pero creo que la gente fue muy comprensiva con Butragueño cuando asistía a la campaña del Partido Popular o con Zidane cuando pidió frenar la ascensión electoral de Le Pen. Si tienes voz, es para hablar.

Tampoco nadie se suicidó porque un guardameta de la selección contestara a la pregunta «personaje histórico que más admira» con un sorprendente: Francisco Franco, cuando para quedar de la leche lo mejor es inclinarse por Jesucristo o la madre Teresa de Calcuta. En la idiotez generalizada, la marca de bañadores podría querellarse contra De Juana Chaos por uso indebido en su foto de portada en «The Times», periódico insignia del grupo mediático Fox donde trabaja de asesor nuestro ex presidente popular y que, con la exclusiva, mucho me temo que no quería incrementar la afición a la natación de los ingleses, sino dañar un poquillo la imagen de Zapatero donde más le duele, Europa.

(...) Si algo sabe un buen defensa es que hay que resistir el primer amago del delantero y lo mejor que puede hacer Oleguer es bajar a comprarse unas botas cómodas y aguantar el chaparrón, que las lluvias artificiales también escampan. Si lo que esperaba es que alguien respondiera a sus dudas, que espere sentado. Vivimos un momento pueril. Calla niño, no molestes. Eso sí, uno tiene que hacerse preguntas sobre todo, no vaya a ser que seamos muy inteligentes para juzgar al vecino y ciegos en casa. La mejor patria para vivir es la duda, se lo digo yo. Estos meses nuestro país está anclado en mitad de una tormenta, y si sales a cubierta, más te vale andar bien agarrado. No se asusten, algo bueno tiene esta fuerte marejada, por fin nos enteramos de cómo funciona un estado, desde los contratos de publicidad hasta la división de poderes, puede que algún día, como en otros países de larga tradición democrática, jueces y fiscales pasen por el escrutinio público y se aprecie su responsabilidad fundamental y reine la transparencia. Cuando de niños rompíamos un juguete a golpes a veces también nos servía para comprender cómo funcionaba, reconocer su piezas. ¿No pasa esto con nuestras instituciones? Y entre ellas incluyo el fútbol, las marcas deportivas y el Tribunal Constitucional.