En este intento por retornar a sus raíces pasadas, Anthony Minghella ha querido reencontrarse con un modelo de cine implicado en el realismo social. Y, para tal fin, ha querido dejar a un lado todo el lastre academicista que ha arrastrado desde que filmara proyectos como «El paciente inglés», «El talento de Mr. Ripley» y «Cold Mountain» para centrarse en un estilo mucho más agresivo y de corte más «actual». Dicho intento se ha saldado con un resultado híbrido que coloca a Minghella en un difícil equilibrio artístico, ya que, si visualmente el producto goza de un logrado acabado formal, el contenido argumental sigue pecando de la característica «ingenuidad» hollywoodense.

Artificiosa en sus formas y contenidos, «Breaking and entering» pertenece a esa tipología de cine superficial disfrazada de ínfulas autoriles cuyo desarrollo resulta tan previsible como insustancial. Tomando como referencia los deterioros emocionales que comparten dos modelos de vida diametralmente opuestos, aparentemente -el exitoso arquitecto (Jude Law) y la sufrida madre coraje bosnia (Juliette Binoche)-, la película incide, mediante una postura de alarmante inocencia, en la posibilidad de que dos modelos de conducta social y cultural sean perfectamente entrelazables hoy en día. Esta concepción del trasnochado American Way of Life, trasladado a la escenografía británica, nos da la verdadera dimensión de un Minghella excesivamente pendiente de los gustos plurales, lo cual deja en un segundo plano la valentía que hubiera requerido un proyecto de estas características.

Por otro lado, Minghella vuelve a ser fiel a su involuntario discurso, ya que aquí, al igual que ocurre en su filmografía, el verdadero valor interpretativo y emocional no se encuentra en las interpretaciones de la pareja protagonista -Law y Binoche-, sino en la presencia secundaria de una Robin Wright Penn completamente indefensa y perseverante en su intento por buscar su lugar definitivo en el mundo.