V centenario de la muerte en viana de césar borgia
En la barranca salada, ni César ni nada
Viana conmemora el quinto centenario de la muerte de César Borgia a lo largo de todo el año, pero particularmente este fin de semana, en el que, entre otras cosas, se inaugurará la senda que lleva el nombre de aquel a quien Maquiavelo se refirió como «el hombre más grande de su época".
En la madrugada del 11 al 12 de marzo de 1507, Garcés de Ágreda, Pedro de Allo y Jimeno Garcés, tres soldados del conde de Lerín que, tras haber participado en una arriesgada misión nocturna en la cercada Viana, se retiran hacia Mendavia, observan que son perseguidos por un caballero principal excesivamente impetuoso, que se ha separado de sus tropas más de lo prudente. Se apostan en la Barranca Salada y le tienden una emboscada. Si llegó a haber lucha, debió de ser muy breve. Lo cierto es que Garcés de Ágreda atravesó con su lanza de parte a parte a aquel caballero, que no era otro que el célebre César Borgia, a la sazón, capitán general de los ejércitos de Nafarroa.
Los soldados beamonteses tuvieron tiempo aún de despojarle de su rica armadura milanesa y de sus lujosos vestidos. Quizá también de la máscara de cuero negro con la que César acostumbraba a tapar su rostro, antaño hermoso y en los últimos tiempos desfigurado, al parecer, como consecuencia de la sífilis. Debieron dejarlo completamente desnudo, o casi, porque uno de los muchos cronistas que se ha ocupado del episodio escribe: «Otorgaron al pudor el cobijo de una teja rojiza en su rotura».
Así lo encontraron poco después sus subordinados, quienes lo trasladaron a la iglesia de Santa María de Viana, donde se celebraron los funerales y donde, a la postre, sus restos quedaron depositados en un rico mausoleo, en el que figuraba el siguiente epitafio: «Aquí yace en poca tierra/ El que toda le temía,/ El que la paz y la guerra/ En su mano la tenía». Y es que aquél había sido «el hombre más grande de su época», en palabras de Maquiavelo, quien lo utilizó como modelo para «El Príncipe».
Aquel sepulcro desapareció, en circunstancias no del todo aclaradas, y, tras diversas vicisitudes, sus restos reposan desde 1953 bajo una modesta losa frente a la imponente portada de la iglesia de Santa María. Aunque la ciudad es rica en tradiciones relacionadas con César Borgia, son esta lápida y el busto que Fructuoso Ortuna fundió en bronce en 1963, que puede verse frente a la fachada del convento de San Francisco, los únicos «testimonios físicos» del personaje que se ofrecen al visitante. Ésa es una de las razones por las que, en el marco de las conmemoraciones del quinto centenario, el Ayuntamiento ha decidido acondicionar la Senda de César Borgia, que arranca en Viana y concluye en la Barranca Salada, donde se ha colocado una cruz de campo, al estilo de las antiguas, que reza: «Aquí murió en batalla César Borgia».
La senda, de 9.100 metros de longitud, discurre por una pista, en parte asfaltada, entre piezas de cereal, vides, olivares, pastizales y coscojales. Está señalizada, incorpora paneles informativos y también algunos bancos, por ejemplo, en el pinar de Matamala. Concluye en la Barranca Salada, donde, además de instalar la cruz, se ha acondicionado una zona de pic nic.
La inauguración está prevista para mañana. La comitiva saldrá a las 9 de la ciudad y, ya en la Barranca Salada, a las 12, se ofrecerán un lunch y una representación de la última batalla de César Borgia.
No será la única actividad de este fin de semana. Mañana mismo, a las 20.00, Félix Cariñanos pronunciará una conferencia en el centro cultural Navarro Villoslada, que, además, alberga una exposición a base de fotos, documentos, artículos y libros sobre el tema.
El domingo, a las 12, en Santa María, la Coral de Cámara de Pamplona interpretará un réquiem por César Borgia y, a las 18:00, en la casa de cultura, alumnos del colegio Ricardo Campano representarán una obra de teatro.
Las de este fin de semana no son sino algunas de las numerosas actividades organizadas a lo largo del año. Por ejemplo, entre el 2 y el 15 de abril, tendrá lugar otra exposición, comisariada por el historiador Juan Cruz Labeaga.
«César o nada»», historia de una ambición
César nació en Roma, en 1475, y, como sus hermanos, entre ellos la celebérrima Lucrecia, era hijo natural del cardenal Rodrigo Borgia y su amante Vanozza Catanei. Rodrigo, que en 1492 sería elegido papa (Alejandro VI), era la cabeza visible de una familia de origen valenciano en pleno ascenso social. Ya desde la cuna, asignó a cada uno de sus hijos un papel dentro de su estrategia de poder. A César, en concreto, lo destinó a la iglesia y le proporcionó una exclusiva formación. Cuando contaba sólo con 16 años, hizo que lo nombraran obispo de Iruñea, aunque César no visitaría la capital navarra hasta unos meses antes de su muerte; con 17, arzobispo de Valencia y, con 18, cardenal.
Pero César no estaba hecho para el altar, sino para la milicia y la política, terrenos en los que demostró una falta de escrúpulos absoluta, algo corriente entre los príncipes, pero que en su caso alcanzó grados legenda- rios. Se le llegó a acusar de matar a su hermano Juan y de mantener relaciones incestuosas con Lucrecia, algo que, por otra parte, también se atribuía a su padre, el papa. Roma no era, ciertamente, una ciudad santa.
Una de las claves del éxito de César fue su alianza con Luis XII de Francia. Esa alianza le proporcionó tropas que, combinadas con su habilidad militar y política, le permitieron someter a la mayoría de los señores de Italia. Fueron los momentos en los que su divisa, «O César o nada», alcanzó mayor sentido.
En 1503, sin embargo, Alejandro VI y César caen gravemente enfermos; envenenados, según unos, víctimas de la malaria, según otros. El papa muere. César se sobrepone, pero no con la suficiente celeridad como para maniobrar. El nuevo papa, Julio II, enemigo de los Borgia, hace que lo apresen. Huye a Nápoles, donde espera encontrar refugio, pero allí lo captura el Gran Capitán, quien se lo remite a su «patrón», Fernando el Católico, un viejo enemigo, que lo encierra en el castillo de Medina del Campo.
En Castilla, tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, la nobleza está dividida. César aprovecha la ocasión para fugarse y refugiarse en el castillo del conde de Benavente, en Valladolid. A finales de noviembre de 1506, con dos pasaitarras como guías, parte de incógnito. Llegan a Santander, con intención de hacerse a la mar, pero son detenidos como sospechosos de ser «espías, herejes o bandidos», o sea, como sospechosos. Convencen a sus captores de que son comerciantes y, finalmente, se hacen a la mar, pero un temporal obliga al barco a refugiarse en Laredo. Desde allí cabalgan hasta Durango y, después, por Gipuzkoa, ganan Nafarroa.
César Borgia, condestable de Nafarroa
César llegó a Iruñea el 3 de diciembre de 1506. Allí fue recibido con los brazos abiertos por su cuñado, Juan III, no sólo por razones de parentesco, sino porque un general de su prestigio le venía de perlas para hacer frente a Luis de Beaumont, conde de Lerín, alineado con Fernando el Católico.
El de Lerín se ha negado a devolver al rey el castillo de Viana, y César lo cerca. El 11 de marzo a la noche se desata una tempestad, que hace que los centinelas se relajen, lo que aprovechan los beamonteses para hacer llegar víveres al castillo a través de una tropilla que se desplaza desde Mendavia. Cuando la tropilla emprende el regreso, César se da cuenta y, fuera de sí, inicia la persecución.
Cuenta la tradición que, al pasar bajo el Portón de la Solana, su caballo resbaló en el mojado empedrado. «Mal presagio», dijo. El poeta Sanazaro escribió: «O César o nada, quiere/ llamarse Borja, ¿qué mucho?/ Si César, y nada, puede/ venir a ser todo junto». De eso se encargó en la Barranca Salada la lanza de un tal Garcés de Ágreda.
Martin ANSO
Obispo de IRUÑEA
Rodrigo Borgia (a partir de 1492, papa Alejandro VI) consiguió que su hijo César fuera nombrado obispo de Iruñea en 1491, es decir, a los dieciséis años.
Boda con carlota
En el marco de su alianza con Luis XII de Francia, César Borgia casó en el año 1499 con Carlota de Albret, hermana del rey consorte de Nafarroa, Juan III.
fuga de castilla
César huyó del castillo de Medina del Campo en 1506, gracias a la complicidad del conde de Benavente. En el transcurso de la fuga resultó malherido.
llegada a iruñea
Llegó a Iruñea el 3 de diciembre de 1506, tras un arriesgado y accidentado viaje en el que fue auxiliado por los pasaitarras Martín de la Borda y Miguel de la Torre.
cerco a viana
Designado condestable o capitán general de los ejércitos de Nafarroa, agrupa bajo su mando a 12.000 hombres. En marzo de 1506 pone cerco al castillo de Viana.
la ultima batalla
Para César Borgia, tuvo lugar en la madrugada del 11 al 12 de marzo de 1507, en la Barranca Salada, en la muga entre Viana y Mendavia. Tenía 32 años.
César Borgia fue inhumado en Santa María, en un mausoleo destruido en el siglo XVI. Dice la tradición que un obispo, considerando impropio que los restos de aquel «depravado» estuviesen en el templo, ordenó enterrarlos en la calle, en la Rúa de Santa María, para que fuesen pisoteados por los transeúntes.
En 1864, el cónsul de Francia en Donostia se interesó por los restos. Las autoridades excavaron donde los ancianos vianeses indicaron y, efectivamente, allí apareció la tumba, que volvió a cubrirse. En los años treinta del siglo XX, varios intelectuales reivindicaron a César Borgia como gran figura del Renacimiento. En 1953 se extrajeron sus restos de la Rúa y se depositaron ante la iglesia, bajo una lápida en la que puede leerse: «César Borgia, generalísimo de los ejércitos de Navarra y pontificios. Muerto en campos de Viana el 11 de marzo MDVII».
Al calor del quinto centenario, el Ayuntamiento ha mostrado interés por realojar los restos en la iglesia, más dignamente. Pero el arzobispo no lo ha creído conveniente. Por ahora. Quizá de cara al sexto centenario...