Reencuentro con el veterano John Irvin, un cineasta artesanal acostumbrado a trabajar por encargo sin poner ningún pero desde que debutara de forma impactante con la película de género «Los perros de la guerra», tras una larga experiencia en la televisión inglesa con series muy profesionales como «Calderero, sastre, soldado y espía», basada en John Le Carré. Esta vez pone en escena el guión póstumo del maestro del cine italiano Alberto Lattuada, fallecido antes de la presentación de la película en la Mostra de Venecia hace un par de años. Es una adaptación de la novela publicada en 1890 por Frank Wedekind «Mine-Haha: o la educación física de las niñas», fiel al estilo simbolista del escritor alemán, autor de otros clásicos de la literatura erótica como «Lulú» o «La caja de Pandora». Se da la circunstancia de que, en 2004, el Zinemaldia presentó otra versión del mismo libro, bajo el título de «Innocence», y que le valió un premio a la debutante Lucile Hadzihailovic en la sección Zabaltegi. En «El despertar del amor», Jacqueline Bisset es la directora de un internado para jovencitas de Thuringe, lugar que en el rodaje se corresponde con escenarios checos de Marienbad. Las chicas son recogidas y apartadas del mundo para ser sometidas a una férrea disciplina enfocada hacia el ballet.

La desaparición de dos de las chicas supondrá una convulsión interna, en medio de una atmósfera enrarecida por su despertar instintivo a la sexualidad. Un hombre entrará en ese espacio cerrado: el inspector encargado de investigar el caso, personaje del que se encarga el actor italiano Enrico Lo Verso. Desde el punto de vista estético, la película remite al fotógrafo David Hamilton y su famoso flou, recuperado por Sofía Coppola en «Las vírgenes suicidas».