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CRÓNICA El drama de los Balcanes

La sentencia sobre el genocidio de Bosnia, crónica de una absolución anunciada

Testigo de excepción de aquella guerra -se hallaba en Tuzla en julio de 1995 y recogió los prime- ros testimonios de huidos de la masacre de Srebrenica-, la autora denuncia que, con la sentencia de La Haya, la comunidad internacional se autoexculpa y, de paso, trata de hacer desaparecer a un testigo molesto: un pueblo musulmán en el corazón de Europa.

Virtuts SAMBRÓ i MELERO Colaboradora del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Bosnia es algo que Europa, en especial, y la comunidad internacional, por extensión, querrían que no hubiera ocurrido jamás y ahora intentan, con una lenta agonía, hacer desaparecer toda evidencia. ¿Alguien se ha preguntado por qué el primer protectorado europeo desde la primera guerra mundial sigue existiendo? ¿Por qué Kosovo puede ser casi independiente (quizás, incluso, lo consiga) y Bosnia no (tiene ese estatus pero, de facto, no lo es)? Nadie quiere responder, pero lo saben.

En un foro bosnio un chico, que seguro era un niño durante la guerra, decía, intentando contener su rabia y dolor: sto smo muslimani (porqué somos musulmanes). Esa es la razón, pero hay más: lo peor es que son musulmanes europeos, no venidos de ningún lugar, y lo son desde hace más de 400 años, y todavía cabe añadir que saben conjugar dos vocablos en lo más intrínseco de su significado: islam y democracia. Allí, esos términos no son antagónicos desde el inicio del siglo XX y forman parte de la cultura política de la oposición y del Gobierno.

¿Cómo soportar que en la Unión Europea se polemice sobre el pañuelo de algunas escolares musulmanas y a la vez vayan a la misma escuela del barrio de Ilidza (Sarajevo) las hijas de los verdugos y las de las víctimas sin altercado alguno, o regresen los musulmanes (la mayoría ancianos) a Srebrenica y soporten estoicamente los desprecios de sus antiguos y nuevos vecinos ortodoxos en una Srebrenica serbianizada (permítaseme el neologismo), mientras el Gobierno bosnio es de mayoría musulmana?.

JUEZ Y PARTE

Hay más elementos a tener en cuenta. El principal, a mi juicio, es el siguiente: ¿Cómo un sujeto culpable de las atrocidades cometidas en Bosnia, no sólo en Srebrenica, puede culpar, como si de un ente neutral se tratara, a otro ente culpable? Para ser más claros: si se culpaba al Gobierno y, por extensión, al pueblo de Serbia de la matanza de Srebrenica ¿no debería culparse como mínimo al general McKenzie (canadiense), primer comandante en jefe de las fuerzas de la ONU en Bosnia durante la guerra, de la creación de una red de prostitución de mujeres y niñas bosnias musulmanas en Sarajevo, de la cual se lucró? Hecho éste comprobado y con víctimas supervivientes que lo han testificado.

Otro tanto cabría decir de la «rapidez» con la que el entonces sustituto de aquél, el francés Bernard Janvier, actuó en los hechos de Srebrenica, que negó lo que estaba ocurriendo y desautorizó el envió de refuerzos al destacamento del enclave incluso cuando empezaban a llegar a Tuzla los primeros supervivientes. Y se podría seguir con la lista. ¿Qué autoridad moral tiene la ONU para cargar las culpas sobre Serbia?

Los protagonistas de la guerra de Bosnia han ido muriendo. Sólo quedan Ratko Mladic y Radovan Karadzic, desaparecidos aunque entrevistados por más de un periodista serbio o serbobosnio y de los cuáles ya se han publicado sendas biografías. Pero hay un protagonista más molesto que debe desaparecer: el propio pueblo bosnio; en especial, los musulmanes; más concretamente, los que fueron víctimas y, de entre todos ellos, los de Srebrenica.

Los redactores de la sentencia absolutoria calcularon que los bosnios y, sobre todo, los musulmanes, no armarían un escándalo de alto calibre. Y acertaron. El pueblo bosnio está harto y sin fuerzas, ahogado política y económicamente, por no hablar de lo moral. Muchos jóvenes sólo ven futuro en la emigración y muchos mayores viven de lo que mandan los hijos desde el extranjero. Pero hay algo que les duele mucho más hondamente, aunque no lo digan: ¿Dónde están las ONG y la solidaridad ahora?, ni una manifestación, ni una línea.

«Sto smo muslimani», decía ese chico. Porqué sois molestos, digo yo. Porqué estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, parece que diga la sentencia. Si alguien tiene otra respuesta que lo escriba, yo lo soportaré estoicamente con la típica frase bosnia que tantas veces he oído: «sta cemo?(¿qué haremos?)». Aunque, y para terminar, siempre queda la esperanza, en este caso, en la minoría interna que se resiste a desaparecer y en los foros de lo que ya se llama diáspora bosnia en el exterior. No son ruidosos pero... ¿hasta cuándo?

 

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