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J. ABASCAl Loiu

Falta de humanidad

Quisiera transmitir la gran indignación e impotencia por la manera en que murió mi madre en el Hospital de Cruces el pasado 13 de febrero. El día 11 ingresó en la unidad de Nefrología afectada por un infarto en los riñones y con un cuadro clínico muy grave. Al día siguiente, el médico nos informó de que ya no se podía hacer nada por ella dada su avanzada edad y de que el desenlace podría ser en las próximas horas. A partir de ese momento se vuelve «paciente terminal», por lo que debía ser trasladada de planta a una habitación, lo cual no sucede, sorprendentemente, por falta de camas. En Nefrología hay horario restringido de visitas, pero dada la especial situación, y puesto que ella no debía estar ahí, el turno de tarde nos permite estar con ella sin pegas. Cuando llega la noche, decidimos quedarnos con ella y con el cambio de personal empiezan a ponernos trabas, obligándonos a abandonar la sala donde sólo se encontraba mi madre. Tras discutir y negociar largo rato, conseguimos que nos dejaran pasar a verla a ratos, dejando bien claro que en caso de empeoramiento nos avisarían. Pues no fue así. Mi madre murió sola, a pesar de estar su familia en una sala cercana, por la falta de humanidad y sensibilidad de las personas que trabajaban en ese momento y que no cumplieron su palabra. ¿Tan difícil es entender lo importante que es para una hija agarrar la mano de su madre mientras está agonizando y acompañarla en su muerte? Lo paradójico es que cuando falleció ya no «molestábamos» y nos pudimos quedar con ella todo lo que quisimos.

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