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Txotxe Andueza Periodista

Los desastres de la Audiencia Nacional

Si nada extraño ocurre, hoy finalizarán, año y medio después de su inicio, las sesiones del juicio por el sumario conocido como 18/98. Pero el proceso ha sido mucho más largo, desde que el juez de la Audiencia española Baltasar Garzón empezara a dar forma jurídica a sus ensoñaciones sobre el «entorno». El saldo, antes de conocerse la sentencia, ya es terrible: decenas de personas han sido detenidas al considerar su militancia política o social, o su labor profesional, actividad terrorista al servicio de ETA. Empresas y medios de comunicación cerrados, decenas de personas detenidas, muchas de ellas torturadas, organizaciones políticas y sociales ilegalizadas, años de cárcel a la espera de juicio... y a todo ello, como guinda del macabro pastel, se le ha unido la condena de un juicio largo, penoso, inútil... puesto que no se juzgan supuestos delictivos, sino ideas y a quienes han dedicado gran parte de su vida a ponerlas en práctica.

Ya vimos hace poco que las teorías de Garzón no quedan en papel mojado: dos decenas de jóvenes han dado con sus huesos en la cárcel; quién sabe cuál será el resultado de estos meses de juicio; y aún faltan otros dentro del mismo sinsentido del «todo lo que en Euskal Herria cuestiona España es ETA». ¿Quién restituirá a todas estas personas los años de vida invertidos en hacer frente al desaguisado? ¿Quién pagará por cargarse medios de comunicación, por los puestos de trabajo perdidos? ¿Quién devolverá a este pueblo todo lo que está teniendo que invertir en hacer frente a esta política negadora de su identidad?

La decisión de la Audiencia española de archivar las diligencias de la «Operación Puerto», abierta contra el dopaje en el ciclismo, salvando las distancias, puede llevar a similares preguntas. Tras las filtraciones periodísticas que actuaron de impulso a la judicatura, una actuación policial espectacular, detenciones, más filtraciones que generaron castigos ejemplares por parte de organizaciones como el Tour, desaparición de equipos, retirada de corredores... ahora, ¿quién resti- tuirá todo lo perdido? ¿Quién pagará por el daño hecho?

No es lo mismo, pero valga como ejemplo del funcionamiento de un Estado que se dice de Derecho, y en el que precisamente los derechos brillan por su ausencia. Y si en el ciclismo ha causado semejantes consecuencias, díganme qué no ha podido ocasionar durante décadas a este pueblo.

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