El Museo Guggenheim dedica una antológica a Palazuelo
El Museo Guggenheim inauguró ayer una retrospectiva dedicada a Pablo Palazuelo, un artista que a sus 91 años acude aún a su estudio a diario. Pionero en la abstracción, el creador ha sido poco valorado a nivel internacional, un reconocimiento que la muestra organizada por el Museu d'Art Contemporani de Barcelona reivindica.
Izaskun LABEAGA | BILBO
La muestra ``Palazuelo: Proceso de trabajo'' ahonda en algunos de los aspectos más ignorados de la obra del artista madrileño. Está compuesta por cerca de 350 piezas, entre guaches, dibujos, pinturas y esculturas. Algunas de ellas se exhiben en público por primera vez.
La exposición contiene obras pertenecientes a colecciones privadas y al archivo del artista y de su familia, además de trabajos que forman parte de la colección propia del Museo Guggenheim. La antológica hace hincapié en la producción del creador durante los años 50 y 60, por ser la más desconocida.
El director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y comisario de la exposición, Manuel Borja-Villel, dirigió ayer una primera visita a la tercera planta del centro, en compañía de los medios de comunicación. Un espacio en el que el público podrá observar, a partir de hoy, el proceso creativo de Pablo Palazuelo, para el que la obra acabada no existe y a quien interesa, ante todo, el juego con la línea y el descubrimiento de las formas. «La suya es una obra que no es visual y que sólo se puede sentir», advirtió Borja-Villel al término del recorrido.
Pablo Palazuelo (Madrid, 1915) estudió arquitectura en Madrid y continuó en Oxford, aunque «la guerra truncó este proyecto», recordó ayer su sobrino José Rodríguez-Spiteri durante la presentación de la muestra en la capital vizcaina. A pesar de ello, la formación adquirida en este terreno le otorgó una extraordinaria capacidad para el dibujo, tal y como puede comprobarse en la visita a la exposición inaugurada ayer.
Un artista «solitario»
Fundamentales en su carrera son los años que pasó en París, donde coincidió con Eduardo Chillida. Ambos «pasaron dificultades en una etapa que resultó absolutamente apasionante», subrayó Rodríguez-Spiteri. Fue determinante el apoyo de la galería Maeght, que creyó en él.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 3 de junio, incide en las claves de la obra de Palazuelo: el aspecto teatral y performativo, su concepción de la línea y el dibujo, junto con el componente decorativo y simbólico de su producción. La suya es una obra abierta, que cuenta con la implicación del espectador que se sitúa frente a ella.
Pablo Palazuelo es un artista «solitario», en palabras de Borja-Villel, situado al margen de corrientes y de modas, aunque no de influencias como la de Paul Klee, al que admira profundamente y con el que comparte el interés por la línea. «La abstracción de Palazuelo tiene que ver con una visión particular de lo que es la modernidad».
``Palazuelo: Proceso de trabajo'' ofrece un recorrido a través del «proyecto de construcción de una obra durante 60 años», explicó Teresa Grandas, que ha comisariado la exposición junto al director del MACBA. «Hay una solidez a nivel de planteamiento, desde principio a fin», insistió para añadir que «para él el cuadro es un espacio de tensión», donde aparecen formas que, a su vez, sugieren otras. Palazuelo «es un escritor de signos, con un claro componente textual», comentó Grandas.
Para facilitar la comprensión de la propuesta de Palazuelo, el museo ha creado una sección didáctica con citas del autor, acotaciones procedentes de catálogos y escritos sobre el artista, así como definiciones aportadas por teóricos y estudiosos. Además, se proyectarán dos documentales y se escucharán una serie de piezas que incidirán en la musicalidad otorgada a la obra del artista madrileño.
A sus 91 años, Pablo Palazuelo vive en el campo y acude todavía a su estudio a diario. En la actualidad, trabaja fundamentalmente con la tinta y el lápiz, comentó ayer en Bilbo su sobrino José Rodríguez-Spiteri.