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Iosu Perales Escritor

Un cementerio en el armario del PP

Cuando hace cuatro años, en las Cortes españolas, los diputados y diputadas del PP se aplaudieron a sí mismos por su apoyo a la guerra contra Irak, descendieron a la sima más profunda de la depravación y la monstruosidad. Cometieron la peor de las infamias: regocijarse por los miles de inocentes que sabían iban a morir. Aplaudieron la muerte jugando al rol de gran potencia internacional, mientras la calles llenas de millones de ciudadanos seguían gritando «No a la guerra» y en favor de la vida. Desde entonces, no veo en esos hombres y mujeres rostros, veo máscaras que disimulan seres arteros, impostores. Ellos son como el padre en un diálogo de John Le Carré: «-¿Van a matar a mucha gente, papá?; -Nadie que conozcas querido. Sólo extranjeros».

He de decir que no creo en su sinceridad cuando afirman defender la vida sobre la muerte. Defienden la vida de los suyos y hacen bien, pero llegan a despreciar la vida de los otros. ¿Pensaban en algo moral cuando veían caer las bombas sobre Bagdad? ¿Lo hacen ahora que el país se desangra? Si terrorismo es lo que causa terror, ¿por qué no toman en cuenta el terror que han ayudado a crear sobre millones de seres inocentes con biografías y sueños intransferibles? ¿Cómo es posible que estos diputados, liderados por el infame Aznar, pusieran por delante mentiras y más mentiras frente al derecho de vivir de todo un pueblo? Si consideraron sus convicciones un argumento suficiente para jalear una matanza, ¿no se dan cuenta de que otras razones diferentes a las suyas también pueden esgrimirse para otra matanza de respuesta? De verdad, el antídoto para combatir cualquier tentación totalitaria sobre el uso de la violencia pasa por lo que dice Atxaga: «La vida es la vida/ y es lo más grande/ y el que la quita/ lo quita todo. En Euskadi, en Madrid o en Irak». «Todo es según el dolor con que se mire», dice Mario Benedetti. Pero tratándose de los 650.000 muertos de Irak, para el PP no hay dolor, «sólo extranjeros».

La terrible matanza de Madrid hay que condenarla con todas nuestras fuerzas. Con las mismas que condenamos las muertes de miles en Irak. La moral universal no permite una discriminación en este punto, aun cuando el mundo de las emociones y el razonamiento sobre las consecuencias políticas permitan la licencia de sentir más intensamente lo cercano. Justamente uno de los males del mundo en que vivimos reside en la perversa dialéctica de llorar nuestros males al tiempo que mostramos indiferencia o colaboramos en el mal de los otros. Nosotros y los otros, como relación excluyente es lo que ha practica el PP, en todos los campos. También en lo referente al asunto vasco. Conmigo o contra mí. Precisamente, estoy persuadido de que por encima de las políticas concretas lo que no podemos perdonar al PP es haber corrompido la vida pública y las relaciones sociales y entre los pueblos. Anclado en el sectarismo, el PP ha alimentado las bajas pasiones, la no-ética, la manipulación de la opinión pública. Fue un gobierno de mala gente que nos robó ocho años, y sigue siendo un partido perverso y pervertido que utiliza a unas víctimas mientras se mofa de otras.

En estos días, José María Aznar se ha ratificado en su apoyo a la guerra, a la matanza en Irak. Este gesto ¿es acaso el símbolo de la realidad que nos espera si el PP vuelve al poder? La coartada de eliminar a Sadam no absuelve de sus crímenes ni al poder imperial ni a sus apoyos internacionales. En las Azores «la banda de los cuatro» se fotografió para la historia como los manipuladores de una gigantesca maquinaria de picar carne humana. Será ciertamente difícil sentarlos en un banquillo ante un tribunal, pero somos millones los que haríamos cualquier cosa por verlo. En cualquier caso, si no son juzgados y condenados por crímenes de una guerra ilegal, ilegítima e injustificada, peor para el mundo en que vivimos. ¿Cómo podrá estar segura Europa? No podemos perder de vista que la guerra de Irak ha fortalecido a la red terrorista de Al Qaeda que se alimenta del sufrimiento de las víctimas: «Ocupa sus tierras y riégalas de tanques; rodea sus casas y aldeas con maquinaria de guerra y practica detenciones preventivas entre sus habitantes; tortura a sus seres queridos; mata incluso a los niños, y si no puedes matarlos déjales incapacitados; finalmente tendrás los supervivientes llenos de ira y de odio. Son vulnerables y preparados para hacer cualquier cosa». Esta es la realidad: en un país bombardeado, ocupado, destruido, convertido en un matadero, surgirán miles dispuestos a practicar «el ojo por ojo». Así fue el 11 de marzo.

Aznar, patético y a la vez insultante, haciendo un juego de palabras sobre «el yo no sabía/nadie sabía/» se ríe cada día día de quienes le critican. Se ríe de los millones que salimos a las calles. Se ríe como un matón engullido por su propia soberbia. El se ríe mientras en Bagdad e Irak entero se sufre y se muere. ¿Qué mejor prueba de que para él y para su PP todo el asunto de las víctimas es en el mejor de los casos una farsa? ¿No es verdad que su crecimiento electoral ha sido el resultado de haber explotado el terrorismo de ETA, haciendo de sus víctimas una bandera sectaria? El PP necesita del terrorismo para seguir extendiendo el discurso de la radicalidad ultraderechista. Sé que es fuerte lo que digo. Pero más fuerte es escuchar que les importan los muertos locales cuando en las Azores y en el Parlamento votaron por los muertos extranjeros.

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