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Maite SOROA

Se asombran ante lo obvio

Hay ocasiones en que, al comprobar que lo obvio se convierte en el notición de la jornada, caes en la cuenta de que hay quienes, pretendiéndose sesudos analistas y observadores políticos, tienen menos vista que Rompetechos. Arnaldo Otegi repitió anteayer lo que viene diciendo la izquierda abertzale día sí y día también sobre la no imposición de ningún proyecto y la igualdad de oportunidades para todos, y algunos se cayeron del guindo.

El editorialista de las cabeceras del Grupo Noticias, por ejemplo, aseguraba que «Parece evidente que la asunción de la realidad que reflejó ayer Batasuna aporta una bocanada de aire al adormecido proceso de paz (...) pero es igualmente verdad que esa afirmación acrítica que soltó ayer Otegi llega varias décadas tarde: asesinados, víctimas de las violencias sectarias, chantajeados y extorsionados, torturados o maltratados, perseguidos, presos, exilados... y casi una fractura social». Ya empezamos a mezclar todo, pero como se trata de justificar lo propio echando la piedra al tejado del otro, decía «es, evidentemente, un paso importante que ETA asuma su fracaso histórico y que Batasuna asuma su posición política real en el conjunto de la voluntad democrática de la sociedad de este país. Pero a nadie se le escapa, a punto de cumplirse un año de la declaración de alto el fuego de ETA, que el impulso definitivo a un cambio de escenario real llegará de la renuncia definitiva de ETA a la violencia y de la apertura de un diálogo político sin exclusiones ni imposiciones ventajistas».

Y el de «El Mundo» buscaba la trampa: «Puede que las declaraciones de ayer de Otegi en las que aseguraba que es `un error' tratar de construir un Estado independiente `desde la lucha armada' animen al Gobierno a seguir en su intento por llevar la política antiterrorista por el camino del diálogo y la negociación, pero la resistencia del portavoz de la ilegalizada Batasuna a hacer algo tan básico como condenar a ETA mientras ésta sigue activa y extorsionando, nos lleva a pensar que estamos igual que antes. Porque ¿obedecen las declaraciones de Otegi a una repentina conversión democrática o asistimos a un paso más en su estrategia de seguir ganando terreno para lo que necesita el disfraz de la piel de cordero?». Lo dicho, ven menos que un gato de escayola.

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