Mil millones de árboles para oxigenar el planeta
Cada dos segundos desaparece una extensión de bosque del tamaño de un campo de fútbol. Mañana a esta hora habrá sido talado el equivalente a 43.000 campos, y dentro de un año, más de 13 millones. Este pequeño planeta no puede aguantar durante mucho tiempo este ritmo de deforestación. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) intenta insuflar vida a la Tierra mediante una campaña que aspira a plantar mil millones de árboles durante el presente año.
Iñaki VIGOR
Cerca de 900.000 personas se ven obligadas a emigrar cada año en el mundo a consecuencia de los procesos de desertización. Este dato fue dado a conocer por la ONU en 2006, con motivo de celebrarse el Año Internacional de los Desiertos. Los países en vías de desarrollo son los más afectados por estos procesos de desertización o de brutal deforestación de los bosques. En un solo año, entre setiembre de 2005 y agosto de 2006, la Amazonia brasileña perdió cerca de 13.100 kilómetros cuadrados de cubierta vegetal. Algo así como Nafarroa y Gipuzkoa juntas, y eso que el año anterior la superficie devastada había sido un 30% más. La gran selva amazónica brasileña ya había perdido 29.000 kilómetros cuadrados de arbolado en 1994-95, es decir, más que la superficie de todo Euskal Herria.
Junto con los árboles talados, han desaparecido muchas tribus que habían vivido allí durante siglos. Las protestas de organizaciones ecologistas y humanitarias, así como la mayor sensibilidad de los gobernantes, hizo que el pasado año el estado brasileño de Pará, uno de los más pobres del país, decidiese crear «la mayor reserva ambiental del planeta» en la Amazonia. Esta enorme reserva tiene 16 millones de hectáreas y equivale al territorio que ocupan Suiza, Portugal y Dinamarca juntos. En ella no está permitida la deforestación, pero sí desarrollos agrícolas bajo una estricta supervisión oficial y en un régimen de concesiones.
El área protegida equivale al 59% del estado de Pará y «tendrá un impacto global, porque estaremos protegiendo grandes bloques de selva nativa, lo que tendrá efectos en toda la Amazonia y el resto del planeta», según el investigador Adalberto Veríssimo, portavoz del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia. Por añadidura, de esta forma quedarán protegidas especies de aves, monos, felinos y reptiles que están en vías de extinción. Según los expertos, la zona delimitada es habitada por 61 especies de anfibios, unas 150 especies de reptiles, 195 especies de mamíferos y otras 700 de aves, que representan casi la mitad de las especies conocidas de la región amazónica.
Idea de un Nobel de la Paz
Sin duda, se trata de una de las medidas más importantes adoptadas en los últimos años para preservar una de las regiones boscosas más valiosas del mundo, pero no es suficiente para oxigenar este sobre-explotado planeta. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) considera que no basta con preservar lo que queda, sino que es necesario reforestar lo ya talado. Su objetivo es plantar al menos mil millones de árboles en todo el mundo durante este año 2007. Esta idea fue inspirada por el profesor Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz de 2004 y fundador del Movimiento Cinturón Verde de Kenya, que ha plantado más de 30 millones de árboles en doce países africanos desde 1977.
La campaña del PNUMA quiere alentar a toda la sociedad a plantar árboles y a comprometerse a hacerlo mediante el sitio web www.unep.org/billiontreecampaing. Este programa se propone integrar todos los planes de plantación de árboles que existen en el mundo y pedir el compromiso de particulares, grupos infantiles y juveniles, escuelas, grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, agricultores, organizaciones del sector privado y gobiernos de todo tipo.
Los compromisos pueden ser de cualquier magnitud, desde un solo árbol hasta cientos o miles de ellos. La responsabilidad de ese compromiso recaerá sobre la persona u organización que, a través del sitio web de la campaña, se comprometa a adoptar las medidas necesarias para la plantación de árboles. Todos los participantes que participen en esta campaña recibirán un certificado. A través del sitio web, se les animará a realizar una labor de seguimiento para que el PNUMA, en asociación con los mecanismos de certificación, como el Consejo de Manejo Forestal, pueda verificar que los árboles han sobrevivido. Además, el sitio web registrará el recuento actualizado de las promesas y publicará fotografías y relatos de los miembros registrados que deseen dar a conocer lo que han conseguido.
La campaña alienta la plantación de árboles autóctonos o que estén en consonancia con el medio ambiente local. A través del sitio web se ofrecen enlaces con las organizaciones mejor dotadas para ofrecer asesoramiento adaptado a las condiciones locales. Dado que las condiciones ideales de plantación varían de unas regiones a otras, la campaña se prolongará a lo largo de todo el año.
La iniciativa «Plantemos para el Planeta» promueve de forma especial la plantación de árboles en cuatro áreas clave: los bosques naturales degradados y las zonas naturales silvestres; las explotaciones agrícolas y paisajes rurales; las plantaciones sosteniblemente gestionadas y los entornos urbanos.
«Muchos árboles ofrecen beneficios para la comunidad, en particular para los pobres, y los derechos de propiedad, acceso y uso son tan importantes -remarca el PNUMA- como el número de árboles».
Uno de los objetivos de esta campaña, según informa Ekologistak Martxan, es ayudar a frenar el cambio climático, ya que los árboles absorben dióxido de carbono y son sumideros de carbono de gran importancia. «Se estima que los bosques del mundo almacenan 283 giga-toneladas de carbono sólo en su biomasa, y que el carbono almacenado en la biomasa forestal, en la madera seca, hojarasca y suelo suman aproximadamente un 50% más que el carbono existente en la atmósfera. Por ello -explica- la pérdida de bosques naturales en el mundo contribuye anualmente a las emisiones mundiales más que el sector del transporte».
Además, constata que el cambio climático ya está provocando cambios significativos en los ciclos vitales de las plantas, como por ejemplo el adelantamiento en la época de floración y rebrote, y advierte de que serán «particularmente graves» los efectos sobre los ecosistemas localizados en el área biogeográfica mediterránea. Las especies animales también están siendo afectadas por el cambio climático.
Si la situación forestal de América del Sur es preocupante, la de Africa todavía lo es más. Cuando el ex ministro ruandés de Defensa, James Gasana, visitó Iruñea hace unos meses, afirmó de forma rotunda que, si se mantiene el actual ritmo de deforestación, «pronto no habrá bosques en Africa», ya que cada año se talan unos cuatro millones de hectáres de arbolado.
Y aportó un dato muy significativo: el 40% de la masa forestal centroafricana, que es la segunda mayor del planeta después de la Amazonia, está en manos de empresas extranjeras, «que muchas veces ni siquiera pagan impuestos». Según el ex ministro, exiliado en Suiza, las empresas que explotan estos inmensos recursos son en su mayor parte europeas, de Alemania, Holanda y Estado francés, y cada vez más de países asiáticos.
«Se acusa a las comunidades locales, que han cuidado de los bosques desde siempre, de ser actores de deforestación, mientras que son víctimas de esta deforestación -según Gasana-. Las empresas extranjeras sacan la madera sin cuidar el futuro del bosque, al contrario que los ocupantes naturales de estos territorios, que los han cuidado en el pasado».
Algunas organizaciones han planteado un boicot a los artículos elaborados con madera de estas zonas africanas, y también del sureste asiático, que están siendo deforestadas. Gasana no duda de que este planteamiento se hace con «muy buenas intenciones», pero advierte que esa medida sería contraproducente porque, cuando la venta de madera deja de ser rentable, se talan todavía más hectáreas de arbolado para producir otros cultivos agrícolas.
Algunos países africanos, sobre todo los que no cuentan con recursos petrolíferos, se ven obligados a vender la valiosa madera de sus bosques para pagar su inmensa deuda externa. A ello se suma el problema de los numerosos conflictos armados existentes en Africa, que provocan una explotación acelerada de los recursos naturales para financiarlos. Es lo que se ha dado en llamar «madera de sangre».
forestal centroafricana, que es la segunda mayor del planeta tras la Amazonia, está en manos de empresas extranjeras.
Ecologistas en Acción-Ekologistak Martxan es uno de los colectivos que se ha comprometido a participar en esta campaña mediante la plantación de 110.000 árboles en el conjunto del Estado español. Miembros de esta organización han llevado a cabo recientemente plantaciones en diversas localidades vascas, y tendrán continuidad a lo largo de todo el presente año. Eso sí, darán siempre preferencia a la repoblación de frondosas caducifolias.
Al contrario que en América del Sur y Africa, durante los últimos años la superficie forestal está creciendo de forma global en Europa. Euskal Herria no es una excepción. Las políticas de reforestación y el abandono de tierras cultivables han hecho aumentar en los últimos años la superficie boscosa, hasta el punto de que ser una de las regiones de Europa con mayor densidad de árboles por habitante.
Sin embargo, cantidad no equivale a calidad. «Aunque las instituciones vascas aseguran que la superficie arbolada está aumentando, incluidas las frondosas, la lectura que hacen es engañosa. Dentro de las frondosas no diferencian entre las caducifolias (robles, fresnos, arces, mostajo, serbal de los cazadores...), y los eucaliptos, que son plantaciones monoespecíficas para producción, no para desarrollo sostenible ni para conservar la biodiversidad». Así lo explican los miembros de la Comisión del Medio Natural de Ekologistak Martxan en Bizkaia, quienes constatan que «la biodiversidad está disminuyendo de forma drástica» y que cada año entran más especies dentro de la «lista roja» que recoge su riesgo de desaparición.
«Cada vez se está artificializando más el territorio, en el sentido de que, si cada vez tenemos mayor superficie de una misma especie, estamos haciendo una regresión en la biodiversidad. Desde el Gobierno Vasco o la Confederación de Forestalistas no se está haciendo una labor para mantener la biodiversidad en enclaves como las vegas de los ríos», apuntan como ejemplo.
También alaban la gestión de los bosques que se realiza en los países de Centro Europa, donde mantienen los bosques de forma permanente. «Allí realizan una explotación del bosque pero siempre mantienen un número determinado de árboles. En cambio -añaden-, en muchos montes vascos la práctica habitual es plantar un montón de pinus insignis y al cabo de cuarenta años talarlos todos, de forma que dejan el suelo completamente arrasado y vuelven a plantar».
Esta misma Comisión del Medio Natural lamenta la introducción en tierra vasca de especies exóticas, como el eucalipto, pinos de Monterrey y el abeto Douglas, que está arraigando mucho en Gipuzkoa. «Se buscan especies de crecimiento rápido para producir la demanda que generan las industrias papeleras. Uno de los problemas de estas plantaciones monoespecíficas es que estamos expuestos a plagas como la diplodia, que el pasado verano -recuerdan- atacó a amplias zonas de pinos de Monterrey en Bizkaia».
«En Euskal Herria tenemos mucha superficie arbolada, pero cada vez se está degradando más», resumen los miembros de la Comisión del Medio Natural de Ekologistak Martxan.
de árboles se han plantado en doce países africanos gracias a la iniciativa del profesor Wangari Maathad, Premio Nobel de la Paz en el año 2004.
¿Cuál es el nivel de forestación del mundo?
Los bosques cubren el 30% del total de la superficie terrestre del planeta. El espacio cubierto de bosques no llega a los 4.000 millones de hectáreas, es decir, un tercio menos que antes del comienzo de la agricultura, hace unos 10.000 años.
¿Dónde se encuentran los bosques?
Los diez países con mayor riqueza forestal, que representan dos tercios del total de la superficie cubierta de bosques, son la Federación de Rusia, Brasil, Canadá, EEUU, China, Australia, República Democrática del Congo, Indonesia, Perú y la India.
¿Qué es un bosque primario?
Más de un tercio de todos los bosques del mundo son primarios, es decir, bosques en los que no hay indicios visibles de actividad humana y donde los procesos ecológicos no están significativamente perturbados. Cada año se pierden 6 millones de hectáreas de bosque primario debido a la deforestación.
¿Cuáles son las funciones protectoras de los bosques?
Los árboles constituyen la base de muchos sistemas naturales. Ayudan a conservar el suelo y el agua, previenen las avalanchas, impiden la desertificación, protegen las zonas costeras y estabilizan las dunas de arena. Los bosques son el acervo más importante de biodiversidad biológica terrestre, ya que en ellos se encuentra el 90% de las especies terrestres conocidas. Los árboles y arbustos desempeñan un papel fundamental en la vida cotidiana de las comunidades rurales. Suministran madera, leña, alimentos, forraje, aceites esenciales, gomas, resinas, látex, medicinas y sombra. Los animales que viven en los bosques contribuyen decisivamente a la ecología forestal, ya que favorecen la polinización, la dispersión de semillas y la germinación.
¿De quién son los bosques y los árboles?
La propiedad y la tenencia de los bosques están cambiando. El 80% de los bosques mundiales son de propiedad pública, pero la propiedad privada está aumentando, sobre todo en América del Norte y Central y en Oceanía. El 11% de los bosques están destinados a la conservación de la diversidad biológica.
¿Quién se encarga de su conservación?
Unos 10 millones de personas están empleadas en actividades convencionales de ordenación y conservación forestal. Más de mil millones de personas que viven junto a los bosques son de hecho guardianes informales de los mismos. Gran parte de sus medios de subsistencia proceden de los productos y servicios forestales. Unos 500 millones de agricultores en pequeña escala de las regiones tropicales conservan y administran los árboles en sus propias explotaciones, como medio de supervivencia.
Fuentes: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Centro Internacional para Investigación en Agrosilvicultura (ICRAF), Worldwatch Institute, Escuela de estudios forestales y ambientales de Yale, Informe Stern: La economía del cambio climático.