Los quince soldados británicos capturados por Irán el 23 de marzo en el Golfo Pérsico acusados de entrar ilegalmente en aguas jurisdiccionales iraníes, extremo negado reiteradamente por Londres, volvieron ayer a Gran Bretaña después de haber agradecido su liberación y de haber recibido regalos del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que la víspera anunció la concesión del «indulto» a todos ellos.

En el pabellón VIP del aeropuerto de Teherán, algunos de ellos aseguraron, incluso, que piensan volver al país en otras condiciones. En declaraciones a la televisión iraní, tres de los arrestados pidieron disculpas y aseguraron haber recibido buen trato y uno de ellos dijo entender la «ofensa» por «nuestra aprente intrusión en sus aguas». Sin embargo, su regreso a casa quedó empañado por la muerte de cuatro soldados británicos en una emboscada en Irak.

Mahmud Ahmadineyad, según los observadores en la capital iraní, ha salido reforzado, tanto en el interior como en el exterior del país, tras la resolución de esta crisis, que se ha cerrado con efectos positivos para la República Islámica. Los observadores consideran que ha demostrado que es él quien toma las decisiones dentro del complejo sistema de poder iraní y ha enviado al mundo el mensaje de que Irán es un país soberano, que no está dispuesto a tolerar violaciones de sus fronteras.

Objetivos cumplidos

Ali Akbar Velayati, principal consejero del líder supremo iraní, Ali Jamenei, aseguró al respecto que Irán ha conseguido sus «objetivos» en la crisis perdonando a los soldados y afirmó que el primer ministro británico, Tony Blair, envió el martes «una carta de disculpas» al Gobierno iraní, negando así que la liberación estuviera relacionada con el el ultimátum de 48 dado por Londres el martes.

Estas manifestaciones contradicen a Blair, que en todo momento ha negado haber realizado «concesiones» a Teherán. El líder laboralista manifestó ayer que «no hubo negociación, concesiones o acuerdo de ninguna índole». A su juicio, la liberación se produjo gracias a una doble estrategia, por un lado, a las relaciones bilaterales con Irán y, por otro, al respaldo internacional de la UE, la ONU, EEUU y sus aliados en la región.

Blair afirmó que «éste es un buen momento para reaccionar sobre nuestras relaciones con Irán» y añadió que «existe la posibiliad de que haya una relación distinta con la comunidad internacional y, al final, quien tiene que expresar esta posición es Irán». Apeló a la firmeza de la comunidad internacional para evitar «el respaldo de Irán al terrorismo en Irak y para que ponga fin a su programa de enriquecimiento de uranio».