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Los robots exhiben en Berlín su árbol familiar desde el siglo XVI

Un brazo ortopédico de 1504, un trompetista automático a tamaño natural de 1816 y uno de los perros-robot de Sony son algunas de las piezas estrella de la muestra «Llegan los robots". La evolución de las máquinas es el eje de la muestra abierta en Berlín.

GARA | BERLIN

La colección que se exhibe en el Museo de la Comunicación de Berlín repasa la evolución de las máquinas mecánicas, desde los primitivos diseños de los intelectuales del Renacimiento a los mitos sobre androides inteligentes. La exposición incide en la relación entre el ser humano y la técnica, «a la que se enfrentan permanentemente y que evoluciona sin censar», explican sus responsables.

El trompetista automático del siglo XIX, vestido de soldado y capaz de tocar hasta seis melodías, se enfrenta melódicamente con la insólita banda Les Robots Music (1958), compuesta por tres artistas de hojalata y luces de colores que interpretan hasta quinientas piezas con batería, saxofón y acordeón.

La instalación, formada por los androides Oskar, Ernest y Anatole, fue ideada por Edouard Diomgar durante su encarcelamiento en un campo de prisioneros alemán durante la II Guerra Mundial. El artificial grupo, que hasta 1984 recorrió el Estado francés, Italia, Bélgica y Holanda, sigue el ritmo de la música con los pies y la cabeza.

El saxofonista se sienta y se levanta según la canción y su caja torácica sube y baja como prueba del «esfuerzo» que le supone tocar su instrumento.

Pero el primer contacto del visitante con la vida «inteligente» del museo se produce al encontrarse con los robots Entre, Haga Algo y Pues Bien en la entrada. El primero, gracias a un sensor de movimiento y un detector que identifica a las personas por la forma de sus piernas, da una bienvenida personalizada al visitante, mientras que el segundo persigue una pelota por todo el recibidor y sirve de entretenimiento para los más pequeños.

El centro rinde su particular homenaje al mundo infantil gracias al préstamo de un coleccionista privado que presenta 250 robots de juguete, adquiridos en distintos países y entre los que se encuentra desde el entrañable R2D2 de ``Star Wars'' a los famosos Power Rangers.

Humanoides que fuman

Entre los humanoides más conocidos de la muestra destaca Sabor, un robot de más de dos metros fabricado en los años 50, capaz de fumar, pasear y galantear con el público femenino de sus espectáculos o el androide al que la cantante islandesa Björk prestó su voz en su videoclip ``All Is Full Of Love'' de 1999.

Las piezas más antiguas son tratados y dibujos de los siglos XVI y XVII, que rinden un homenaje a los visionarios que hace siglos ya imaginaron unos superhombres del futuro, cual monstruo de Frankenstein de hojalata.

Un payaso que hace chocar sus platillos o una joven tocando un xilófono son ejemplos de los primeros juguetes automáticos que recoge la exposición, en la que también tienen cabida dibujos y obras plásticas de los años veinte con robots como protagonistas.

Los amantes del ajedrez también puede disfrutar de una pieza única, el Robot Adversario Novag de 1982, un tablero de ajedrez capaz de mover las piezas gracias a un sencillo brazo mecánico.

Más sofisticado que éste es el brazo mecánico industrial de dos metros que no deja de moverse ante los visitantes y que se utiliza actualmente en la fabricación de los vehículos de la clase S de Mercedes.

Las películas en blanco y negro, que popularizaron a los robots con forma humana, y la medicina también disponen de un apartado importante en la exposición, que incluye piezas antiguas como aparatos de electrocardiograma de 1944 y modernas máquinas de quirófano.

Y en el hogar, la muestra aglutina desde innovadores aparatos de limpieza, capaces de realizar sus tareas incluso cuando el dueño no está, hasta un servidor automático de té japonés del siglo XVI.

BIENVENIDA

El primer contacto del visitante con la vida inteligente del museo se produce al encontrarse con los robots de la entrada. El primero, gracias a un sensor, da una bienvenida personalizada al visitante.

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